La ley del embudo

Manel Loureiro
Manel Loureiro PRODIGIOS COTIDIANOS

OPINIÓN

06 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Anda estos días el gallinero muy revuelto a cuenta del autobús que Hazte Oír, esa especie de Tea Party de andar por casa, ha puesto a circular por Madrid. Por si no saben de qué va la cosa, el dichoso autobús, pintado de naranja chillón, lleva escritos una serie de mensajes supuestamente ofensivos contra la comunidad transexual, al negar que alguien pueda ser de un sexo distinto al que la naturaleza le concedió. Vamos, que si tienes pito eres un hombre y que si no lo tienes, una mujer y que no se puede hacer nada más al respecto. Punto. 

Lo cierto es que el alarido de indignación colectiva ha sido muy alto, tanto que las autoridades decidieron inmovilizar el autobús y las tertulias arden acerca de si esto supone o no una limitación a la libertad de expresión, como no se cansan de repetir desde los sectores mas conservadores.

Sin entrar en el fondo del asunto -que no soy nadie para decirles qué o cómo deben pensar-, es interesante ver cómo Hazte Oír (surgida al amparo de la Conferencia Episcopal, que nadie se olvide) tiene un concepto muy curioso de la libertad de expresión: cuando les conviene es amplio y cuando no, muy estrecho.

Si tiramos de hemeroteca vemos que en el 2008 pidieron el boicot de El Corte Inglés por poner estrellas laicas como decoración en vez del «Misterio de Belén». En el 2015 fueron a por Coca-Cola por «exaltar el modelo del matrimonio homosexual» y ya lanzados, en el 2016 pidieron el boicot a Disney para que no incluyeran una mujer lesbiana en la segunda parte de Frozen y también la retirada de una campaña de la vuelta al cole de El Corte Inglés -otra vez- porque en ella aparecía una pareja gay.

Podría seguir, pero creo que queda claro que Hazte Oír, aparte de una obsesión patológica con el sexo, sobre todo cuando no es como ellos creen que debe ser, tienen una interpretación muy sui generis de la libertad de expresión: Inviolable y sagrada cuando ellos expresan sus puntos de vista, pero estrecha como la boca de un embudo cuando son otros los que piensan distinto.

Hay una famosa frase atribuida a Voltaire que reza: «No estoy de acuerdo con lo que usted me dice, pero haré todo lo posible para que usted lo pueda decir». Esta frase representa la esencia más pura y hermosa de la democracia, el núcleo duro de lo que debemos ser. Quizás si el bueno de Voltaire la pronunciase hoy en día tropezaría al día siguiente con un autobús de Hazte Oír aparcado frente a la puerta de su casa. Y es que en un momento que nos hacen falta Mandelas, lo que nos sobran, lamentablemente, son aspirantes a Savonarola.