Cuando en el año 2010 Emmanuel Macron ejercía como relator general de un informe titulado Una ambición para diez años lo hizo aún como alto gestor de la Banca Rothschild. Un informe que había sido encargado por el presidente Sarkozy y que después inspiraría buena parte de la gestión del presidente Hollande.
Si siete años más tarde, ahora ya como presidente de la República francesa, revisara dicho informe con motivo de su primera visita oficial, ayer, a Alemania, podría anotar varias cosas en general preocupantes.
La primera es que si entonces el gran reto era frenar el declive de la economía francesa, en contraste con el empuje de la economía alemana, la situación después de transcurridos siete de los diez años de referencia para aquel informe no ha hecho sino empeorar. Para empezar, porque la economía francesa ha crecido en los últimos años por debajo de lo que lo ha hecho la economía germana y muy lejos del objetivo que se marcaban.
En segundo lugar, porque para uno de los mayores riesgos que se señalaban en aquel informe (el endeudamiento público) se pretendía evitar que se acercase al 100 % del PIB, pero, en vez de situarse en el 2017 en el 77 % que se marcaban como tope hace siete años, la situación real es que están ya en el 96 %. Mientras tanto, en Alemania la deuda no ha crecido.
En tercer lugar, recordaría que uno de los objetivos básicos para aquel informe, y para su relator general que llegaría a ministro, era reducir la tasa media de desempleo a la mitad. Lejos de ello la tasa actual está por encima de la del año 2010 (10 % frente a 8 %). Mientras en Alemania, ahí sí, está en la mitad de la francesa.
En aquel informe, Macron compartía la estrategia de imitar el modelo alemán para evitar esos tres problemas (en suma: crecer más para reducir la deuda y el paro). Una estrategia en la que el crecimiento dependiese menos de la demanda interna y más de ganar competitividad con una devaluación interna. Eso más reducir el tamaño del Estado.
No pongo en duda que una mayoría social parece confiar aún en Francia en que es posible alcanzar ese modelo. Sin embargo, tengo mis dudas de que dentro de la actual eurozona otra gran economía (como es el caso de la francesa) pueda gozar del mismo encaje que Alemania. Sobre todo cuando la Alemania de la gran coalición no ha dado ninguna señal efectiva de querer compartir o mutualizar una hegemonía que hoy por hoy ha sustituido al eje franco-alemán con el que aún sueñan en París.
Así las cosas, la gran coalición que capitanea el presidente Macron explicó ayer en Berlín que quieren hacer lo mismo que hizo Alemania en los últimos quince años. Que, para ello, necesitan una Alemania que no practique una hegemonía autista. Y evitar así un frexit que supondría un tumultuoso final de la Unión Europea.