Las islas de la vergüenza

Javier Guitián
Javier Guitián EN OCASIONES VEO GRELOS

OPINIÓN

26 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

«Avalanchas de gente por todas partes, colas inimaginables para acceder al váter del único chiringuito que hay en la playa, las gaviotas acudiendo como locas a por los restos de comida, bolsas de patatas fritas en el agua cristalina... Un agobio insoportable». Así describía una turista su visita a las islas Cíes, en el Parque Nacional de las Illas Atlánticas, el primer fin de semana de agosto.

El bochornoso espectáculo era previsible. Sabemos desde hace años que los cupos de visitantes se superan cada verano, en casos en más de dos mil personas al día, convirtiendo las islas Cíes en un paraje masificado.

Durante años fui miembro del patronato del parque y nunca entendí por qué podían acceder a las islas más de dos mil quinientas personas al día, además de los ochocientos residentes del cámping. Siempre fui partidario de reducir esos cupos, como otros colegas, entre otras cosas por la elevada concentración de los visitantes en determinadas zonas del parque, pero, al parecer, se trata de una labor imposible.

El acceso a una isla hay que hacerlo por mar y, por tanto, resulta muy fácil controlar el número de personas que llegan cada día. No tengo ni idea de qué parte de responsabilidad tienen las navieras, pero los responsables del parque no han actuado con la contundencia ni la diligencia necesaria. A la vista está que no es una discrepancia numérica, es una vergüenza.

El daño ya está hecho. En primer lugar, en términos de imagen turística, ya que la noticia está en todos los medios. En segundo lugar, cuestiona la gestión de los espacios protegidos gallegos, algo que más de una vez se ha criticado desde estas páginas. Finalmente, y esto es lo más importante, el patrimonio natural del parque se ve seriamente comprometido por ese aluvión de visitantes de playa.

Da auténtico pavor leer en la prensa que «las islas Cíes se confirman como el destino predilecto de los turistas de las Rías Baixas», batiendo todos los récords durante el primer semestre del año, cuando recibió a más de 75.500 personas; es el mejor dato histórico del archipiélago vigués. Si eso es lo que quieren, hagan un puente y verán como mejoran las cifras de forma espectacular.

Un parque nacional es un espacio de alto valor natural y cultural, poco alterado por la actividad humana que, en razón de sus excepcionales valores, merece su conservación. La única forma de cumplir los objetivos que esto supone es reducir el número de visitantes y suspender, temporal o definitivamente, las licencias a las navieras que no cumplan la ley.

Por las islas han pasado los romanos y los suevos, los turcos y los ingleses; han dado refugio a piratas y monjes, a pescadores y a naturalistas. Unos han dejado testimonio de su presencia con construcciones o fábricas, otros con sus escritos. No está de más preguntarse qué dejaremos nosotros.