Sabemos que este verano, y el año turístico en general, está siendo muy positivo en Galicia, como en el resto de España, aunque en una posición secundaria pero creciendo bien. Sabemos que los municipales destinos turísticos gallegos están al alza, con indicadores tan interesantes como es el aumento de la estancia media y la rentabilidad en las principales ciudades, es decir, A Coruña y Vigo, nuestro destinos de turismo urbano más emblemáticos. Sabemos que el Camino y la monumental Compostela es el emblema que proyecta a Galicia internacionalmente en el ámbito del turismo cultural y religioso y hace de Santiago el principal destino del norte de España en número de visitantes y pernoctaciones, en competencia con San Sebastián y Bilbao. Sabemos que las Rías Baixas están reforzando su atractivo vacacional de verano, y el termalismo ourensano, la oferta ampliada de A Mariña y el entorno de la Ribeira Sacra son ya destinos consolidados y muy valorados en las redes sociales. Todo eso lo sabemos y lo celebramos, pero a lo mejor hay un dato que no solemos tener en cuenta: las cadenas hoteleras surgidas en Galicia y que aquí tienen su sede.
Un dato que diferencia los destinos avanzados de los que funcionan como proveedores de servicios turísticos, pero que envían los beneficios del capital las sedes de las empresas hoteleras. En el caso de España, Palma de Mallorca se ha convertido en una verdadera potencia internacional, ya que allí reside la mayoría de los grandes grupos hoteles multinacionales de España. Le siguen Barcelona y Madrid en la península y la Comunidad Canaria. En el resto de las regiones los empresarios hoteleros son escasos o inexistentes, siendo en su mayoría negocios familiares o personales, pero dominan las grandes cadenas. Pero Galicia figura ya en la lista de comunidades que son sede de empresas hoteleras y de actividades de ocio. Por su incidencia en la oferta gallega, destacan cuatro grupos hoteleros con sede en Santiago (Oca, Carrís, Compostela y Pousadas), con hoteles en toda Galicia y expandiéndose al mercado nacional, y en algún caso internacional, y que son un ejemplo interesante de cómo el negocio turístico ha generado grupos de empresas competitivas y en expansión. A ellos se pueden añadir los balnearios ourensanos propiedad de un grupo local y otras empresas de servicios turísticos. Tampoco faltan empresarios que han desarrollado su actividad fuera de Galicia, pero que aquí han construido nuevos hoteles. Es el caso de tres grupos empresariales coruñeses con cadenas hoteleras (Attica 21, Elba y Canabal) que invierten en Galicia, Cataluña, Madrid, Canarias, Andalucía, Marruecos, Cabo Verde y Fuerteventura. A ellos se pueden añadir dos empresas coruñesas propietarias de casinos en España y en América Latina. Puede haber más, pero hasta aquí llega mi recuento. Lo importante es resaltar que en Galicia el turismo y la economía del ocio tiene un peso cada vez más importante, y no solo porque atraemos peregrinos, visitantes, veraneantes o viajes de negocios y somos una región atractiva, sino también porque somos receptores de beneficios empresariales que generan empleos de calidad. En comparación con las regiones citadas al principio, ocupamos una posición secundaria, pero tenemos un desarrollo empresarial significativo, posicionándonos como una economía turística emergente.