Piense lo que quiera

Venancio Salcines
Venancio Salcines SALTANDO LA VALLA

OPINIÓN

11 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Quién nos iba a decir que el destino de Cataluña era mostrarnos un proceso de democracia invertida? ¿Quién nos iba a decir que, transcurridas cuatro décadas desde la muerte del dictador, seríamos capaces de olvidar lo que es la democracia, el Estado, el Derecho, las libertades? 

Un día, siendo alumno de Económicas y viendo los primeros temas de derecho civil. le pregunté a mi profesor, José Antonio García Caridad, sobre la Justicia. En aquellos tiempos, pensaba que lo justo era justo. Me lo explicaba Benedetti, me lo cantaba Nacha Guevara, me lo recordaba Víctor Jara cuando hablaba de Amanda. Hoy sé que es un convenio social, me lo explicó años más tarde el Nobel de Economía, Amartya Sen, en La idea de la Justicia.

Pero en aquellos momentos, en esa aula, mi reflexión era poderosa, era un canto compartido, un discurso que llenaba estadios, que me acompañaba al acostarme y llenaba mis tertulias bohemias de los viernes. García Caridad, con un aspecto conservador, totalmente alejado de mis ídolos, respondió taxativamente, «céntrate en la seguridad jurídica, es lo primero». Me costó entenderlo, pero le escuché. Nunca lo olvidé.

Me lo comentó como si fuera una obviedad, una idea simple, y desde luego era mucho más simple que el cálculo diferencial que veía en la clase siguiente, pero a mí se me antojó enormemente complejo. Seguridad jurídica. 

El eco de esa frase me sigue acompañando, este artículo es un reflejo. Me explicó lo hermoso y complejo que es decir que uno vive en un Estado de derecho. Él nunca me recordó como alumno, yo nunca lo olvidé como profesor.

Si deseo más Galicia, ¿por qué no entender a aquellos que desean más Cataluña? Si me sonroja el derroche que cometimos en nuestra Ciudad de la Cultura, ¿cómo no voy a entender que las autonomías con mayor aporte a las arcas públicas no se asusten con el uso que otros hacen de los impuestos de todos, de sus impuestos? ¿Cómo no voy a entender a aquellos catalanes que se ofenden antes las ideas simplistas de lo que significa España? ¿Cómo no voy a entender a aquellos que aborrecen a los políticos que creen que España empieza en la Puerta de Alcalá y linda con la M-30? Claro que entiendo, y no solo yo, muchos los entendemos.

Por el pájaro enjaulado, por mi amigo que está preso porque dice lo que piensa, por la rabia contenida, por el beso clandestino, por los nombres prohibidos, yo te nombro libertad.

Así cantaba Nacha a Benedetti, hoy vuelvo a escucharla. Su libertad siempre fue nuestra democracia, nuestra Constitución, nuestra Carta Magna, la que recuperaba todos los nombres, la que hacía que ningún beso fuera ya clandestino.

También sé algo más, que es la piedra angular del Estado de derecho. Por ello, al menos para mí, no hay espacio posible fuera de la Constitución, ¿es justo?, piense lo que quiera, lo que puedo asegurarle es que es necesario que así sea.

¿Cómo no voy a entender a quienes aborrecen a los políticos que creen que España empieza en la Puerta de Alcalá y linda con la M-30?