El carrusel de las mentiras

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

16 sep 2017 . Actualizado a las 10:57 h.

 Esto tenía que venir a contarlo Julio Camba, que a los contemporáneos nos desborda. Tal como les venimos contando y comentando en este interminable mes de Puigdemont, en Cataluña hay un movimiento que podría pasar a la historia por su grandeza, porque no hay nada más grande y más noble que construir una patria. Pero está quedando en la crónica diaria como una colección de juegos sucios, mentiras y ridículos.

Hasta ayer, el récord lo había alcanzado el célebre diputado Rufián, el de la impresora, cuando compareció ante Antonio García Ferreras en La Sexta. Rufián alardeó de un enorme apoyo internacional y de organismos supranacionales al referendo, Ferreras le pidió dos nombres y al diputado le salieron estos: Varoufakis y Assange. Después, las redes sociales le ayudaron en su esforzado ejercicio de memoria: ¡se había olvidado de Yoko Ono! Lo impresionante es que hay miles de personas que lo creen, confunden a Assange con la ONU, lo aplauden y lo acaban votando.

Pero todo ridículo puede ser superado. Ayer, uno de los titulares de prensa decía que Ada Colau está por facilitar el referendo. No decía cómo, no sea el diablo que la llame el fiscal, pero había pactado con Puigdemont que la gente pueda votar, no la vayan a confundir con una españolista insolidaria y facha. Y cuando el separatismo celebraba la buena disposición de doña Ada, el jefe de la guardia urbana del Ayuntamiento que ella preside comunicaba a sus agentes que debían impedir el referendo. Ya solo falta que uno de esos guardias detenga a su alcaldesa y la lleve a declarar ante el juez.

Después tenemos el asunto de la intervención de las cuentas de la Generalitat. Esto va a ser grandioso. Resulta que Junqueras decide unilateralmente no informar cada semana a Montoro de sus ingresos y gastos. Montoro, naturalmente, responde con los acuerdos del Consejo de Ministros de ayer. ¿Y sabéis lo que empieza a decirse? Que Montoro no es hombre adecuado para resolver el asunto catalán; que el Estado agrede una vez más a Cataluña y que esta es otra forma de oprimir al noble y pacífico pueblo de Cataluña. Junqueras es el insumiso, y el Gobierno, al parecer, tendría que poner la otra mejilla.

Y la última: la carta que Puigdemont, Junqueras, Forcadell y Colau dirigieron a Rajoy, con copia al rey, incitando a negociar. Es mentira: no escriben al rey ni a Rajoy; mienten hasta en el destino de sus cartas; escriben al militante, a la prensa y Gobiernos extranjeros y a «organismos supranacionales» como Varoufakis y Assange para decir que el Estado es dictatorial y no negocia. Y aquí digo lo mismo que de Rufián: lo malo no es que hagan eso. Lo malo es que haya gente que los cree. Y lo terrible es que son cantidad.