¿Qué clase de persona quema su tierra?

Fernando Hidalgo Urizar
Fernando Hidalgo EL DERBI

OPINIÓN

Óscar Vázquez

16 oct 2017 . Actualizado a las 04:16 h.

¿Qué clase de persona puede quemar su propia tierra? Galicia sufrió ayer un domingo negro con más de ochenta incendios, buena parte de ellos provocados, miles de hectáreas arrasadas y, lo que es peor, tres personas muertas. Y solo un milagro, ha propiciado que, por lo menos a la hora del cierre de esta edición, no se hayan producido más muertes. Cuando más daño podían hacer, cuando más tierra podían quemar, cuando más difícil era luchar contra las llamas, los incendiarios han lanzado un ataque miserable que sembró el caos en gran parte de la comunidad.

Alrededor de treinta de los fuegos se produjeron entre las cero horas y las nueve de la mañana de ayer. Luego el viento y el calor hicieron el resto. Con nocturnidad y con una enorme voluntad de hacer daño a esta tierra. Cómo ocurrió en agosto del 2006, cuando decenas de miles de hectáreas ardieron. Galicia parece condenada a sufrir la ignominia de las llamas y el dolor de ver la tierra convertida en cenizas y sufrir la pérdida de vidas humanas. Si hay algún lugar del mundo en el que el terruño tenga un significado especial para sus habitantes ese es Galicia. Y por eso los gallegos no se merecen que esos terroristas que son los pirómanos sigan en libertad un día más. Todo aquel que tiñe de negro los verdes bosques gallegos no merece otra cosa que la cárcel y el repudio eterno de este pueblo.

Pero a veces, las miserias no vienen solas. Ayer, con rapidez, comenzó la clásica utilización política de los incendios. Con las llamas sembrando el caos en buena parte del territorio gallego, y la desgracia de las muertes, desde determinadas plataformas secundadas por las mareas y el BNG ya se han convocado manifestaciones contra la Xunta, para exigir una nueva política contra los incendios. Un clásico de este país, donde antes que arrimar el hombro intentamos cargarnos a nuestro rival. No es que no se pueda criticar o cuestionar la política de la Xunta, es que no es muy estético ni ético lanzarse a la refriega política mientras las llamas se llevan por delante parte del territorio y a sus personas. Si la oposición, ahora y antes, se preocupara más de señalar a los incendiarios que a los que intentan apagar el fuego, no arreglaríamos el problema, pero avanzaríamos.

Mientras tanto, cientos y cientos de brigadistas se empleaban a fondo en minimizar los daños provocados por los asesinos. Qué pena. Qué rabia.