Es hora de tomar medidas urgentes para evitar que aumente el destrozo causado por el fuego, pero hay que ir más allá. Es inevitable que surjan peticiones de responsabilidades y de medidas concretas para evitar que se repita una tragedia así, pero es imprescindible ir más allá. De una vez por todas.
El monte gallego lleva demasiados años ardiendo, con distintos gobiernos, como para quedarnos en el ritual cruce de acusaciones y de exigencia de responsabilidades.
Si a pesar de que casi la mitad del monte está abandonado Galicia produce casi la mitad de la madera de España con solo una décima parte de la superficie, es que llevamos décadas haciendo algo muy mal, para que las aldeas se sigan vaciando y la expresión «dejar a monte» sea sinónimo de abandono.
Algo estamos haciendo muy mal si no se está incrementando una explotación racional de nuestros montes, no solo en lo forestal, en la medida de su reconocida potencialidad. Y si no se multiplican iniciativas exitosas como la que lleva a una sola empresa a comprar varios millones de kilos de castañas al año para alimentar cerdos de alta calidad.
Algo estamos haciendo muy mal si hay estudios, informes y documentos de expertos que marcan pautas claras sobre el camino a seguir y continuamos con medidas parciales, que pueden ser necesarias, positivas y hasta imprescindibles, pero son claramente insuficientes, como la realidad está demostrando. Es inevitable la petición de responsabilidades, pero es imprescindible ir mucho más allá para salir del círculo vicioso del abandono, la falta de rentabilidad, la despoblación y el fuego, que con el cambio climático solo puede empeorar. Alguien pedía estos días un pacto de país por el monte. Que lo llamen como quieran, pero solo un gran pacto con medidas globales puede romper este círculo vicioso.
Es inevitable la petición de responsabilidades, pero es imprescindible ir mucho más allá para salir del problema