La pertinaz sequía se instala en Galicia

Andrés Precedo Ledo CRÓNICAS DEL TERRITORIO

OPINIÓN

22 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Referirse a «la pertinaz sequía» es un clásico en la España mediterránea. Las rogativas, procesiones y los embalses de Franco eran respuestas populares y técnicas a un problema grave para una economía agraria. Ahora estamos otra vez ante esa pertinaz, por prolongada, sequía.

Dicen que el actual período sin precipitaciones tal vez llegue a ser el más duradero de la historia climática documentada, aunque como decía el meteorólogo J. Viñas, por ahora no superó la del período comprendido entre los años 1992 y 1995. Pero el mayor problema que nos acecha en estos momentos no es que no llueva más días, es que ha cambiado el patrón de las precipitaciones. Llueve menos cantidad y disminuyen las aguas de régimen torrencial que eran característica común de los regímenes mediterráneos. Esta evolución sigue la pauta prevista del cambio climático, que pronosticaba la desertización de la mitad sur de España, por falta de recursos hídricos. Eso es lo que está sucediendo. La clave está, como señala el autor citado, en lo que pase en primavera porque el invierno siempre fue seco en la España mediterránea y las lluvias se concentraban en la primavera. Y episodios torrenciales en otoño.

Para nosotros, la situación es diferente. Esa era una realidad que nos parecía distante. Galicia, con su clima atlántico húmedo de precipitaciones abundantes y una pequeña sequía estival, más acusada en la mitad meridional, está rompiendo el modelo. Según se puede deducir de las observaciones, vamos a un clima atlántico de variedad más subtropical, más tipo Canarias por entendernos de alguna manera, aunque con variaciones latitudinales significativas.

Ahora también nosotros nos enfrentamos a problemas que antes nos eran ajenos, y si en primavera no llueve lo suficiente, habrá que tomar serias medidas y hacer una previsión a tiempo de sus efectos, no sea que nos coja indefensos. Ya vimos lo que pasó el día de los incendios forestales. Nuestra ciudades y otras poblaciones pueden tener serios problemas de abastecimiento, y nuestras explotaciones agrarias y ganaderas también. Si la situación se prolonga o si una primavera poco lluviosa enlaza con un verano otra vez seco, estaríamos ante un escenario muy preocupante. Por eso, habrá que estar atento a la evolución para anticiparse a los riesgos, y también para poder afirmar si se trata de un episodio o si es ya un cambio de clima. En todo caso, habremos de seguir hablando del tiempo.