Las reseñas que sobre Amastia Rubio de Pescadera, la bandida más famosa del México de su tiempo, se han publicado con motivo del 130.º aniversario de su muerte han reflejado la accidentada incorporación de algunos femeninos al español. El autor de la nota publicada hace unos días en La Voz empleó el lenguaje actual en el titular, donde se habla de bandida. El texto, reproducción del que se publicó en su día, ya es otra cosa. Trata al personaje de «el bandido», palabra que escribe en cursiva, evidencia de que el autor ya era consciente entonces de que aplicar ese masculino a una mujer chirriaba. En otros periódicos también se usó mujer-bandido.
El Diccionario de autoridades (1726) recogía con dos terminaciones el adjetivo bandido con el significado de ‘desterrado, y en virtud de bando especiál arrojado de algun Réino, Província, ò Ciudád’. Así que había bandidas, las mujeres desterradas. Pero cuando se trataba de la que se hacía al monte y andaba fuera de poblado por causa de los bandos y enemistades contra otros o de la que robaba a los viajeros solo era un bandido. Bandido ‘bandolero’ tuvo solo forma masculina hasta el siglo XXI. En el 2001, el Diccionario incorporó bandida como femenino de bandido ‘persona que roba en los despoblados, salteador de caminos’. Habían pasado 113 años desde la muerte de Amastia Rubio, tratada en la prensa internacional como «le brigand le plus célèbre qu’ait produit le Mexique» y «the female bandit of Mexico». La Gazeta Nacional, de Río de Janeiro, reflexionó así: «Não resa a história de bandido de saias tão feroz e tão famoso como o que acaba de morrer no México, tão carregado de crimes quanto de anos».
Otros nombres aplicables a este tipo de personajes han tenido una evolución parecida.
Así, bandolera era hasta hace cuatro días la ‘mujer que vive con bandoleros, ó toma parte de sus delitos’. En el 2001 pasó a ser el femenino de bandolero en sus acepciones de ‘persona que roba en los despoblados’ y de ‘persona perversa’, y solo en tercer lugar ‘mujer que vivía con bandoleros’ [obsérvese que vivir ha pasado aquí del presente al pretérito]. Es como la jueza o la presidenta, que fueron la ‘esposa del juez’ y la ‘esposa del presidente’, respectivamente, antes que la mujer que juzga, la primera, y la que preside, la otra.