Pensiones sin pasiones

Pedro Armas
Pedro Armas LÍNEA ABIERTA

OPINIÓN

06 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Llegado un momento de la vida, nadie garantiza las pasiones, pero alguien debiera garantizar las pensiones. Cuando ya fallan los amores y hasta las amistades, las pensiones facilitan la travesía de ese desierto de pasiones que es la vejez. Pareciera que los 800.000 pensionistas gallegos, que cobran menos de 800 euros mensuales, hubiesen de dar gracias a Dios y al Gobierno por la subida de unos cuantos euros y por el control de la inflación, aunque, como Dios interviene cada vez menos en el IPC, los pensionistas tienen cada vez menos capacidad de gasto. Llamarlo poder adquisitivo no deja de ser un eufemismo, sobre todo para el tercio que cobra menos de 600 euros al mes.

Les dicen que han sido agraciados con el aumento de la esperanza de vida, una consecuencia del desarrollo. Intentan convencerles de que han vivido demasiado tiempo por encima de sus posibilidades, cuando han vivido con lo que les han dejado vivir y en un Estado donde había superávit. Les advierten de que las pensiones futuras dependen de la proporción entre ocupados y jubilados, sin tener en cuenta la desproporción entre salarios de miseria y salarios dignos. Les informan de que España es un país envejecido y con pocos recursos, aunque cuenta con una pirámide demográfica similar a otros países y se aproxima a la media europea en PIB per cápita. Les amenazan con que el sistema va a quebrar porque el Gobierno ha vaciado la hucha de las pensiones, siendo este un sistema de cotización, no de capitalización. Les avisan de que el porcentaje del PIB dedicado al abono de las pensiones se tendría que duplicar en las próximas cinco décadas y que la perspectiva actual es que no habrá fondos para ello, cuando en el tiempo en que la esperanza de vida de los españoles ha aumentado veinte años los recursos del país han aumentado veinte veces.

Claro que va a haber que incrementar el porcentaje del PIB en pensiones, pero muy mal se habrá gobernado, si para entonces no hay más recursos, dada la evolución lógica de la productividad, salvo que se gobierne con otra lógica: menos salarios, menos pensiones públicas, más planes de pensiones privados. Las pensiones dependen de las rentas del trabajo, que caen frente las rentas del capital. No es el país el que tiene recursos insuficientes, es el Estado. España está muy por debajo de la media europea en porcentaje de ingresos del Estado sobre el PIB. El país tiene recursos, el Estado tiene menos porque no se recauda proporcionalmente, no se aplica una política fiscal redistributiva. En cuanto se atisbó la crisis, lo primero que se hizo fue congelar las pensiones, en vez de revertir, por ejemplo, la bajada de impuestos a los que más ganaban o tenían más patrimonio. Luego las pensiones han ido subiendo con cuentagotas. Así las cosas, los pensionistas perciben sus pensiones sin pasiones.