En año preelectoral, los más listillos andan listos para entrar en listas. Hay quienes quieren reformar la ley electoral, por conveniencia, y quienes quieren que siga como está, porque les conviene. Unos y otros cuentan medias verdades y medias mentiras. A ellas hay que sumar los axiomas. Los axiomas son proposiciones tan evidentes que no necesitan demostración. Un axioma, repetido y repetido, se convierte en dogma. Por ejemplo, el axioma de que debe gobernar la lista más votada es admitido con mucha presunción y poca reflexión. Cuando la lista más votada es la más vetada, pues corresponde a un partido con el que nadie quiere pactar, el axioma requiere demostración, por lo que deja de serlo.
Desde que llegó al Gobierno, Rajoy ha amagado en varias ocasiones con reformar la ley electoral para que gobierne la lista más votada. Incluso se había comprometido a llevarlo a trámite parlamentario el año pasado. Habrá pensado que tal axioma solo vale la pena si está previsto que gane uno de los suyos. Por eso, Feijoo y Cospedal lo reclaman para Galicia y La Mancha, mientras Arrimadas no lo reclama para Cataluña, pero pide que gobierne la lista más votada entre los constitucionalistas (categoría inventada a conveniencia).
Los padres de la Constitución no consideraron que el gobierno de la lista más votada fuese lo más democrático. Prefirieron un sistema electoral proporcional, que facilitase gobiernos plurales, fruto del diálogo, la negociación, el acuerdo y el pacto, es decir, fruto de la política. No obstante, la corrección que introducía la ley d´Hondt y la distorsión que introducía la circunscripción provincial favorecieron a los dos grandes partidos estatales y a los partidos nacionalistas, hasta que la crisis y la corrupción han fragmentado el espectro político. Hoy en día los cuatro partidos más votados no saben si van a salir beneficiados o perjudicados por una posible reforma electoral. Tampoco saben si para ello haría falta una reforma de la Constitución o bastaría una reforma de la Ley Orgánica de Régimen Electoral General.
El año próximo habrá elecciones municipales. En los municipios la cosa es diferente: la circunscripción es única, se vota más a las personas que a las siglas y la representatividad está garantizada. En ellos no hay que cambiar la ley d´Hondt; si acaso, cabría modificar el porcentaje mínimo de voto para la obtención de concejalías. No es momento de que gobierne porque sí la lista más votada, es momento de asumir con normalidad las coaliciones y la legitimidad democrática para gobernar de quien es capaz de concitar más apoyos para hacerlo. Pactar no supone estar de acuerdo en todo. Es más, como decía Freud, si dos están de acuerdo en todo, es que uno está pensando por los dos. Claro que Freud no era un listillo.
Los padres de la Constitución no consideraron que el gobierno de la lista más votada fuese lo más democrático.