Desde hace unas semanas sondeos y opiniones publicadas avanzan la probabilidad de un espectacular descenso de la intención de voto a favor del PP con un correlativo ascenso de C’s. Sea probable o no esa predicción, le proporcionan credibilidad las reacciones de directivos del PP al arremeter o minusvalorar la capacidad de gobierno de C’s; un difícil equilibrio cuando necesitan de ellos para salvar los Presupuestos, objetivo al que Rajoy ha condicionado la legislatura. Para certificar su importancia basta un vistazo a lo que en ellos se propone: aumento de las pensiones más allá del criticado 0,25 % en las calles y de las retribuciones de distintos sectores de personal público, reducción de impuestos… La última convención del PP ha dado pábulo a los sondeos: un partido asediado que trata de defenderse de portillos en su muralla que, a veces, se abren inesperadamente como el suceso de la presidenta de la Comunidad de Madrid. Se trataba de ahondar en una moral de resistencia frente a los adversarios, en un ejercicio de exaltación de la propia fortaleza y de su capacidad para gobernar y, por supuesto, con Rajoy marcando el ritmo en la cinta montada para el escenario. No había tiempo para examinar ese «algo debimos hacer mal», en expresión de Feijoo, a la vista del fracaso electoral en Cataluña. Es precisamente ahí donde radica el comienzo de lo que puede calificarse de una auténtica campaña de opinión a favor de la retirada de Rajoy. Un examen de lo ocurrido revelaría que en el tratamiento del procés hacia la independencia, un suceso no puntual, están implicados todos los directivos del partido y el Gobierno. Desde esa perspectiva, la solución no consiste en buscar un sustituto de Rajoy en el PP. El resultado de esas elecciones ha podido servir de detonante para el viraje a C’s del electorado fuera de Cataluña, pero no su causa. Los de Rivera no aventajan mucho en anti nacionalismo a los liderados por Rajoy. El alejamiento viene de atrás y por otras cuestiones. El trasvase detectado por los sondeos, también desde el PSOE, conduciría al replanteamiento de lo intentado en la frustrada investidura de Sánchez. Con esa óptica cobra una sorprendente importancia el asunto Cifuentes si C’s se suma a la moción de censura promovida por el PSOE y apoyada por Podemos. El desprestigio que pudiera suponerle para los votantes trasvasados se limitaría subrayando la transitoriedad de la decisión. Por eso, y con la ventaja de mantener la presidencia de la Comunidad, al PP no le queda más salida que conseguir la renuncia de la Presidenta. Está por ver si la actual tendencia es coyuntural, por no decir artificial debido a un espejismo que no refleja la realidad, o se mantiene en las próximas elecciones generales, con la incógnita de lo que pueda suceder en Cataluña. El mustio escenario político presente no da para más, en la espera de algo que sea realmente nuevo.