La era pos-Rajoy y los retos del PP

Mar de Santiago PROFESORA DE CIENCIA POLÍTICA, USC

OPINIÓN

Tarek Mohamed

10 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

No hubo paso al frente, sino a un lado. El martes sus primeras palabras como líder de la oposición me confundieron. Tanto que abandoné y supe en diferido que había anunciado su final político. Sobre el epílogo de la comparecencia, la parte emocional del discurso, pertenece al legítimo territorio de lo íntimo. Nada que decir. Y aunque sé que en política es vital que se escuche el mensaje, hacer ruido de forma fatua -y cuando uno se va- no parece ser muy elegante. Deja un sabor amargo a la ciudadanía, un olor rancio a resentimiento; un no saber encajar la derrota del juego democrático.

Si este previo al desenlace de la era Rajoy pretendía transmitir y reflejar las directrices a seguir por su partido para posicionarse de nuevo como líder de la oposición, nos ubica una vez más en la asfixiante dimensión del desahogo político de la confrontación. Una posición que, aun en medio del tsunami político que dejó noqueada a la familia popular por la precipitación de los hechos, resultó un tanto inoportuna.

Y sin solución de continuidad, se instalará de nuevo un ambiente de crispación Gobierno-oposición. O bien opera un cambio de discurso y comunicación, que ejecute un plan estratégico redondo (al estilo Sánchez), o los populares se alejarán de un escenario que erosione a medio plazo las expectativas que ha generado el recién estrenado Ejecutivo, minimizando o disipando las posibilidades de desalojarlo de la Moncloa.

No se lo van a poner fácil a Sánchez por ninguno de los flancos. Al compás del repliegue constitucional, el señor 155 se va; Cataluña por ahora se queda, eso sí, con su Gobierno peculiar. No hay respiro. Tras el primer Consejo de Ministras y Ministros, el PP insiste en acusarlos de secretos pactos de despacho con los independentistas para llegar al poder. Cabe preguntarse entonces si habrá, o no, entendimiento, más sumas que restas por razones de Estado, por lealtad institucional.

La respuesta, por urgente, no parece fácil; en mi galaico pensar considero que va a depender del talento y del talante de quien tome el testigo. Urge mover ficha. Mañana lunes se podría inaugurar la era pos-Rajoy, cuando quede fijado el calendario para el congreso extraordinario. Muchos son los retos y desafíos que ha de enfrentar el PP. Se intuye un tórrido verano nadando en aguas turbulentas por el liderazgo. Relevar a un líder que, aunque otrora cuestionado, consiguió aglutinar a los suyos no será tarea sencilla. Las guerras en los intersticios del poder serán intensas. En las horas más bajas del PP, se abre un tiempo nuevo. La clave podría estar en poner el énfasis más en producir que en re-producir, en generar que re-generar, más de cambio que de re-cambios. O una vez más, se estarán reeditando errores pasados por pura repetición.

La renovación no debería limitarse al repuesto de un cambio de pieza en el organigrama, sino ser un verdadero ejercicio de innovación democrática. A priori, el legado intranet que deja Rajoy es una rentrée en el entramado de laberintos en el que de forma cíclica se instala el PP. Transitando pasillos en busca de sí mismo, de su centro de referencia, su esencia y razón de ser, sin salir de la zona de confort. Se avecinan sendas empedradas por cuotas de poder, parcelas dinásticas y designaciones que no dejan de ser muy particulares. Pero como cualquier patio, «cuando llueve y se moja, es como los demás».

Mar de Santiago es profesora de Ciencia Política, USC