La Liga anunció hace días que a lo largo del presente año y durante los próximos quince se disputará, al menos, un partido del torneo español en tierras estadounidenses. Un paso más de la lógica mercantilista en la que está metida la patronal del fútbol español y gracias a la cual los clubes están ingresando millones a paladas.
Pues bien, ayer, la AFE, el extraño sindicato que representa principalmente (por mucho que hablen de los futbolistas modestos) a un colectivo reducido de millonarios, amenaza con la huelga porque dos equipos de los veinte que juegan en la máxima competición, una sola vez en todo el año, viajando en clase business a todo lujo, jugarán en un campo americano, repercutiendo ese partido en las arcas de los dos clubes a los que les toque. ¡Pobres futbolistas!
La idea de jugar en los Estados Unidos está enmarcada dentro del plan de internacionalización de Javier Tebas, quien aspira a recortar las grandes diferencias que a día de hoy hay entre la Premier y La Liga. Gracias a este plan han llegado los contratos de televisión que han repartido centenares de millones entre los clubes, hasta el punto de que el que menos cobra se embolsa más de cuarenta en este concepto. ¿Y quién se lleva la mayor parte de ese dinero? Obviamente, los jugadores.
Por poner dos ejemplos cercanos, Celta y Deportivo tuvieron la pasada temporada sendos límites salariales casi idénticos: 40,9 millones los vigueses y 40,7 los coruñeses. Para ser más exactos con lo que cobran los jugadores (el dato anterior incluye cuerpo técnico y filial) se puede citar la masa salarial de la plantilla del pasado año del Deportivo, más de 32 millones. Esto quiere decir que la media por jugador fue de 1,3 millones de euros. Esta cantidad casi multiplica por dos el dinero dedicado a jugadores del primer plantel de hace tan solo dos años. Es decir, si alguien se ha beneficiado de toda la política de la Liga han sido los futbolistas.
Porque los futbolistas siempre salen ganando. Pase lo que pase cobran, como sucedió, por ejemplo, en el Deportivo durante el concurso. Mientras el Ministerio de Hacienda y otros acreedores acumulaban millones a cobrar, los del balón arreglaron lo suyo con un pacto en la trastienda, con la AFE y la Liga señalando el camino.
Por eso ahora es conmovedor escuchar a Aganzo (el hombre de paja de Rubiales en la AFE) hablar de que el partido de Estados Unidos pone en riesgo la salud de los deportistas, cuando el Málaga viajó a Lugo el pasado fin de semana en autobús y nadie dijo nada. Claro que igual lo que sucede no tiene nada que ver con el viajecito. A lo mejor esto forma parte de otra guerra.
En cualquier caso, es un insulto que esta cuadrilla de millonarios pueda plantearse ensuciar la palabra huelga por un viajecito en primera clase. La huelga es algo muy serio. Una herramienta por la que miles de obreros lucharon e incluso murieron y que debe usarse con responsabilidad y respeto.