Malditos todos los políticos que se han beneficiado de sus privilegios para conseguir títulos que los demás deben a su esfuerzo.
Malditos quienes con sus amaños devalúan una universidad que era el mejor ascensor social de España.
Malditos los partidos que han trasladado a la educación superior sus deplorables repartitos de poder.
Malditos quienes exhiben currículos inventados pero no evitan que quienes los tienen de verdad emigren al extranjero porque en España no tienen trabajo.
Malditos quienes nos quitan argumentos para convencer a nuestras hijas de que la universidad merece la pena.
Malditos aquellos que refuerzan la educación privada al devaluar la pública.
Malditos quienes desprecian el conocimiento y el espíritu crítico que está en la esencia de la universidad.
Malditos todos los que con sus apaños debilitan un espacio que debería ser la avanzadilla de la modernidad.
Malditos los mentirosos que con sus másteres de paja revientan la cultura del esfuerzo.
Malditos quienes prefieren la titulitis a la razón.
Malditos los embusteros que con sus trapalladas impiden que la excelencia se instale en la universidad.
Malditos los farsantes que con sus créditos falsos se rieron de miles de estudiantes y profesores que trabajan para hacernos a todos mejores.
Malditos los tramposos, los impostores que también especularon con el conocimiento convirtiéndolo en una mercancía tan defectuosa como las hipotecas basura que encendieron la crisis económica.
Malditos todos ellos por avergonzarnos como sociedad.
Malditos.