Pedro Sánchez ha colocado al PP en un dilema aparentemente irresoluble. A Pablo Casado solo le deja dos opciones, y ninguna buena: o apoyar la supresión -parcial- de los aforamientos y colocarse heroicamente a los pies de los caballos, o retratarse impúdicamente ante los ciudadanos, con todas sus vergüenzas al aire. Pillado con el pie cambiado, no descarto que el líder del PP pierda los estribos y acabe con su carrito de los helados, fané y escangallao, en la cuneta política.
Quiero ayudarle y por eso le propongo que comience de inmediato a elaborar su tesis doctoral. Una tesis que le sirva, además de para inflar su currículo, para defender el fuero de diputados y senadores, lo que seguramente le pide el cuerpo. Esta vez debe emplearse a fondo, porque no le bastarán, ante el tribunal de la opinión pública, 18 convalidaciones y cuatro escritos secretos: deberá demostrar, como conclusión fundamentada, que los aforamientos no chocan con el artículo 14 de la Constitución, que establece el principio de igualdad de los españoles ante la ley. Si lo consigue, seré el primero en solicitar el cum laude para el doctorando.
Me permito algunos consejos al alumno. Repase usted la prolija literatura sobre el asunto, empezando por los múltiples acuerdos suscritos con Ciudadanos, pero no olvide mencionar la fuente a pie de página y a Rivera en la bibliografía. Analice los antecedentes, empezando por el frustrado intento del ministro Ruiz Gallardón de reducir el número de aforados de 17.621 -incluía a jueces y fiscales- a 22 como «medida de regeneración democrática». Demuestre, mediante estudio comparativo, que España acierta al dispensar especial protección jurídica a sus prohombres políticos y yerran Alemania, Reino Unido, Estados Unidos o Francia por abandonar a sus diputados al albur de cualquier juez ordinario. Y pruebe, finalmente, que las privilegiadas son sus tres compañeras de máster imputadas y no usted, que será sometido al escrutinio de los magistrados del Supremo, especialmente duros con quienes los han designado a través del Consejo General del Poder Judicial.
Mientras no vea la luz esa tesis innovadora, el Partido Popular tiene un problema: ha fabricado un líder con pies de barro.