Tal como se están poniendo las cosas, parece que algunos políticos están dispuestos a dar cualquier día un Santiago para merendarse a los enemigos de España. Conviene que si recurren al ¡Santiago, y cierra, España!, pongan los comas convenientes en caso de hacer su proclama por escrito.
Ya el Diccionario de autoridades (1739) dice que Santiago es «el grito con que los Españoles invocan à Santiago su Patrón, al romper la batalla contra los Moros, ù otros enemigos». De ahí surgió la locución verbal dar un Santiago, inicialmente con el sentido de ‘acometer a los enemigos al grito de guerra ¡Santiago!’, hoy en desuso.
El origen de la invocación a Santiago al entablar combate lo sitúa la leyenda en la batalla de Clavijo, en el siglo IX. El apóstol se le apareció en un sueño al rey Ramiro I y le anunció que vencería a las huestes de Abderramán II. Al día siguiente, el monarca se lo dijo a sus caballeros, y estos, tras comulgar, se lanzaron al ataque al grito de «¡Santiago, y cierra, España!». La leyenda culmina con la aparición del apóstol montado en un caballo blanco para llevar a los cristianos a la victoria.
En la belicosa frase hay que poner una coma entre cierra y España porque ahí España no es algo que se cierra o clausura, en contra de lo que parecían creer intelectuales como Unamuno, Machado o Sánchez-Albornoz. El Diccionario da como trigésima segunda acepción de cerrar «trabar batalla, embestir, acometer». Ahí es intransitivo: Cerrar con el enemigo. La definición es similar a la que daba en su primera edición: «cerrar. Metaphoricamente. Embestir, acometer un exército a otro».
Se lo preguntó Sancho a su señor en la segunda parte del Quijote: «... querría que vuestra merced me dijese qué es la causa porque dicen los españoles cuando quieren dar alguna batalla, invocando aquel San Diego Matamoros: “¡Santiago, y cierra España!”. ¿Está por ventura España abierta y de modo que es menester cerrarla, o qué ceremonia es esta?».
En cuanto a la y, en esa frase no tiene la función de conjunción, sino de adverbio exclamativo, uso frecuente en el español de otras épocas: «San Juan, y ciégale», exclama el Lazarillo de Tormes refiriéndose a un religioso que está a punto de descubrir que le ha robado.
Así pues, si alguien quiere lanzarse a la batalla, sea pulcro y evite ¡Santiago y cierra España! y ¡Santiago, y cierra España! Lo fetén es ¡Santiago, y cierra, España!, aislando con comas los vocativos.