A veces, el azar hace que alguna situación que parece fatal no lo sea, pero por desgracia, esto también ocurre a la inversa. El estudio que hizo Volvo sobre todos los accidentes de sus vehículos en Suecia a lo largo de varios años reveló que la mayor parte de las fracturas vertebrales habían ocurrido sobre todo, cuando el coche sale dando vueltas de campana, porque en esas circunstancias, se producen fuerzas de compresión y flexión simultáneas que la columna humana tolera muy mal.
Las imágenes del accidente de la joven piloto Sophia Florsch en Macao hacen difícil explicar que haya salido de él con tan solo una fractura de columna de la que cabe esperar que se recuperará sin secuelas importantes, pero su análisis nos permite ver que tuvo la enorme fortuna de que su coche volase -literalmente- con la parte trasera hacia adelante y que tocase ligeramente con una valla antes de golpear contra una estructura deformable, lo que hizo que el impacto principal lo recibiese de plano y con la protección elevada del habitáculo (ese cockpit que ha sido diseñado y rediseñado en busca de la máxima protección), que sobresale ligeramente por encima del casco, antes que por otras zonas.
La deformación que sufrió la estructura tubular absorbió una parte de la energía que, de otra manera, se habría transferido al vehículo, que es lo que ocurre cuando un coche impacta contra un elemento rígido y masivo, como un pilar de cemento o un árbol, o incluso el suelo si cae desde una altura. A esto hay que sumar la enorme fijación que les proporciona a estos pilotos el arnés que emplean, y que aunque es incómodo, les solidariza a la estructura del vehículo, minimizando los daños en caso de colisiones.
Es bien sabido que el cinturón de seguridad es un elemento fundamental para reducir la gravedad de las lesiones en caso de accidentes de tráfico, pero a pesar de ello, todavía hay personas -tanto conductores como pasajeros- que siguen negándose a emplearlo. Cuando se produce un choque, el vehículo deja de tener velocidad hasta pararse, y el tiempo que tarde en ello define la magnitud de la deceleración (la aceleración negativa, que se expresa en física como la variación de la velocidad respecto al tiempo): si el vehículo es muy rígido, no se deformará y se detendrá muy rápidamente, por lo que el tiempo es muy pequeño y la deceleración muy grande; si el vehículo es deformable, el tiempo hasta que se detenga se multiplica, y la energía no alcanzará en su totalidad al habitáculo. Podemos compararlo a lo que ocurre cuando caemos sobre asfalto o sobre la arena de la playa. Al chocar, los pasajeros tienden a seguir en movimiento hacia adelante con una inercia diferente entre el tronco y la cabeza, lo que hace que se produzca un movimiento de «latigazo» que podría provocar la fractura de la columna cervical, y que es la razón por la que el reposacabezas debe quedar bien ajustado a nuestra altura. Pero ese movimiento hacia adelante del tronco es lo que controla el cinturón de seguridad. Cuando los cinturones solo tenían una pieza que abrazaba la cintura (como en los aviones), en caso de un choque frontal se producía una flexión muy importante y rápida, que llegaba incluso a provocar un tipo particular de fracturas de la columna que abrían una vértebra como quien abre una manzana con la mano para partirla en dos mitades. Los cinturones modernos son tremendamente eficaces, al repartir la zona de contacto y apoyarse en áreas sólidas, como la clavícula o los bordes de la pelvis, y han reducido mucho el riesgo de que en algunos accidentes la inercia de los órganos internos cause un movimiento tan brusco que casi los arranque de sus anclajes y haga que -por ejemplo- el desplazamiento brusco del corazón pueda arrancar a nuestra arteria más importante, la aorta, y causar la muerte de manera prácticamente inmediata.
Las estadísticas reflejan siempre una parte de la verdad, y nos dicen que los accidentes de tráfico son una de las causas más frecuentes de fracturas de columna vertebral en el mundo. De hecho, algún estudio ha encontrado que hasta el 40 % de las fracturas en personas jóvenes se deben a este mecanismo, y no todos los que las sufren tienen la suerte de salir de ellas por su propio pie, y pueden dejar secuelas irreversibles. No ocurren solo en la columna cervical, y el mecanismo del accidente tiene mucho que ver con la zona de la columna en la que asienten, pero los modernos mecanismos de seguridad, como los airbags y los cinturones anchos y con sistema de pretensado, han ayudado a reducir su incidencia y gravedad. ¿Alguien se imagina a Sophia Florsch, a Carlos Sainz o a Fernando Alonso lanzándose a la pista sin abrocharse el arnés y sin las medidas de seguridad de sus coches? Pues el equivalente es lo que ocurre cuando alguien viaja sin abrocharse el cinturón, sea en ciudad o en carretera: puede que la velocidad a la que circule no sea tan alta como la de un piloto de carreras, pero sus reflejos y la seguridad del circuito tampoco, y una cosa va por la otra. Ya lo saben: póntelo, pónselo…