La distancia entre dos buenas películas que son El reino y Campeones está en que la segunda es comedia y fue un taquillazo, mientras que la primera es un thriller y ni de coña se ganó al público. Realmente son todas las que están, aunque no están todas las que son. Y, como aquí nos toca llorar por donde nos duele, aunque tengamos una amplia representación gallega -y alguna se traerá Goya, seguro-, ¿qué deberá filmar Dani de la Torre para ser candidato, si rodó el mejor thriller de género del año, La sombra de la ley, con un soberbio Tosar al que le arrebata la candidatura Coronado haciendo de Coronado? ¿O qué demonios habrán visto los académicos para no incluir a la muy refrescante Dhogs entre las óperas primas? Menos mal que ese eterno sólido secundario que es Luís Zahera por fin se cuela entre los mejores. Que entró el corto Matria estaba más cantado, como que Álvaro Gago no se apea del palmarés internacional desde hace un año. Como que la animación Memorias de un hombre en pijama, reciente premio en Ourense, tiene serias posibilidades de ganar, y ojo al muy curioso documental Desenterrando Sad Hill, del vigués Guillermo de Oliveira. Pero tampoco nos vengamos arriba, seguimos teniendo un serio problema: la industria española mira con envidia a Francia. Allí aman a su cine, aquí lo ninguneamos. Véase la taquilla.