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En este crimen fiscal no hay cuerpo del delito, hay sonrisa del delito. Que se actualice ya el Código Penal para añadir esta mueca de futbolista y evasor fiscal confeso. Podemos imaginarnos las horas previas: Cristiano mirándose en el espejo -«Eres el evasor fiscal más hermoso»-. Un sirviente repasando cejas y colmillos con hilo dental. Cristiano probándose trajes y relojes para el gran momento. Luego, el pasillo gris de la Audiencia de Madrid transformado en alfombra roja, en Mi gran boda griega, junto a su mujer cuché, a punto de firmar la pena pactada: 23 meses y 18,8 millones. Cristiano (son)riéndose de la Justicia. Sí, «todo perfecto». Pero no hay dentadura blanqueada que maquille lo que este futuro exfutbolista nos enseñó ayer: si te lo propones, puedes llegar a ser tan rico de dinero como obscenamente pobre de todo lo demás.