Desde la muerte del presidente Hugo Chávez, en 2013, la situación en Venezuela no ha hecho nada más que empeorar. En ese año, Nicolás Maduro asumió el poder continuando, de forma más intensa todavía, la política de represión política y de control gubernamental de todas las instituciones nacionales, incluidas las económicas, a la vez que se perseguía y encarcelaba a sus opositores. La diáspora venezolana que se produjo desde entonces no tiene precedentes en la historia. Cientos de miles de personas se fueron del país para labrarse un futuro a la vez que desde allí ayudan, enviando dinero (remesas), a los familiares que se quedaron.
Durante el mandato de Maduro han seguido aumentando las políticas expansivas de gasto público que, unido a un precio del barril del petróleo tambaleante (incapaz de generar los ingresos necesarios), ha provocado elevados niveles de déficit público con el lógico y consiguiente mayor endeudamiento. La negativa de países terceros, como China, de seguir prestando al Gobierno venezolano se ha resuelto emitiendo enormes cantidades de billetes, lo que ha provocado creciente hiperinflación y fuertes devaluaciones de la moneda. Para evitar el crecimiento de los precios Maduro ha continuado con las políticas chavistas de control de precios que generan crecimiento del mercado negro, escasez y efectos perversos sobre el crecimiento económico.
Hasta ahora, al descontento popular y a las revueltas sociales contra Maduro se unía también la falta de unidad entre los opositores y la inexistencia de un líder que permitiera cambiar al presidente en Venezuela. Ante esta situación, de parálisis política y económica, muchos venezolanos han creído que la única solución es el derrocamiento de este Gobierno mediante un golpe de estado promovido por fuerzas internas o bien internacionales.
¿Qué políticas económicas debería aplicar el gobierno? 1. Favorecer la entrada de capital extranjero: a) incentivando la inversión directa exterior asegurando el cumplimiento de los contratos y los derechos de propiedad; b) facilitando la entrada de ayuda oficial al desarrollo, tanto de países vecinos como de organismos internacionales, mediante préstamos blandos y reestructuración de las deudas ya contraídas. 2. Eliminar el actual entramado de corrupción que hace totalmente ineficiente cualquier medida que se pretenda instaurar para impulsar la economía. 3. Impulsar la privatización de las empresas públicas y la economía de libre mercado que asigne eficientemente los recursos. 4. Permitir la entrada de ayuda humanitaria para resolver la emergencia de la situación de escasez.
Desgraciadamente, el Gobierno de Maduro no está preparado para asumir todas estas políticas y reformas necesarias, que van más allá de lo económico. Se debería, por tanto, generar una nueva Constitución y órganos parlamentarios que garanticen la división de poderes, faciliten la seguridad jurídica e implanten reformas laborales, educativas y sanitarias que aumenten el tejido empresarial y vuelvan a generar la confianza del inversor nacional e internacional.