El conflicto de la revolución de los señoritos catalanes ha tenido una influencia decisiva en las elecciones andaluzas aupando al tridente ultra al Gobierno. Y va a intervenir sobremanera en los resultados de las generales del 28 de abril. Porque unos y otros han situado su resolución en el eje de la campaña que aún no ha comenzado pero que ya echó a andar.
El tridente ultra ha sido claro. Los españoles tendrán que elegir negociar con los que quieren romper España o aplicar el 155 por los siglos de los siglos. Incluso dando un paso más se aseguró que Sánchez convoca las elecciones para avalar su negociación con Torra. Lo dijo Casado y lo corroboró Rivera, siempre de esa manera tan empalagosa que tiene de hacerlo. No es necesario que lo confirme Santiago Abascal porque de todos son conocidas sus recetas para aplacar el brote independentista.
Y a Cataluña se ha referido Pedro Sánchez también en su primer acto electoral, en forma de entrevista, al confirmar que está dispuesto a seguir dialogando con Cataluña porque es la única forma de solucionar el asunto; eso sí, tras reconocer que los independentistas tienen pavor a sentarse a dialogar porque saben que la independencia no es posible.
Así pues, Cataluña ha entrado abruptamente en nuestra vida política y no solo no va a salir de ella, sino que se antoja que va a tener una influencia decisiva en nuestro futuro. Porque va a ser la principal protagonista de la campaña electoral y porque condicionará el voto de una gran parte de los españoles. Ya dijo una de las lideresas del procés que hasta que se solucione el problema catalán no habrá estabilidad en España. Y a ver si va a tener razón.