Con motivo de la huelga del 8M, desde la Oficina de Igualdade de Xénero (OIX) de la Universidad de Santiago (USC) los trabajadores recibimos un email con el manifiesto de la Asamblea de mulleres traballadoras da USC. Reconozco que me fue muy difícil comprender su contenido porque no refleja la realidad de mi universidad. En dicho mensaje hay frases como: «A USC para porque as mulleres que traballamos nela sufrimos o mesmo machismo que no resto dos sectores laborais e sociais» o «Queremos sentirnos seguras e libres nas aulas, nos centros de traballo e nos campus» o «A persistencia de condutas machistas como son o acoso sexual e laboral na nosa universidade fan imprescindible a reivindicación…», etc. Es muy preocupante lanzar desde el rectorado un mensaje tan negativo sobre la universidad; si esto fuese cierto el ambiente en la USC sería irrespirable y ocuparíamos los titulares de los periódicos un día sí y otro también. Que yo sepa la inmensa mayoría de los hombres que trabajamos en la USC somos personas normales que respetamos a nuestras compañeras de trabajo y a nuestras alumnas. Que yo sepa en la USC no hay discriminación laboral o salarial, ni tampoco ‘techos de cristal’ o segregaciones de ningún tipo. Permitir y apoyar que se diga eso de nuestra universidad ofende a muchos trabajadores y envía el mensaje a la sociedad de que la USC es un lugar donde el acoso sexual y la discriminación de las mujeres están a la orden del día. Hay que ser solidario con las justas reivindicaciones del movimiento feminista, pero no hacer el ridículo apoyando manifiestos que distorsionan la realidad de la mujer en la USC.
La igualdad entre hombres y mujeres en dignidad, derechos y deberes ya está establecida por las leyes (obviamente no podía ser otro modo) y, si alguna institución, empresa o persona no respeta la ley, debería ser denunciada donde corresponda para que los responsables de la discriminación por razón de sexo o de la violencia sexual sean castigados social y penalmente. En el caso de delitos muy graves como el asesinato y la violación, la Justicia debería ser muy severa con esos delincuentes y la sociedad repudiarlos por su comportamiento abyecto. El Estado debe poner todos los medios para proteger a las mujeres víctimas de la violencia de género y en eso estoy convencido de que la inmensa mayoría de los hombres estamos totalmente de acuerdo.
Creo absolutamente en la igualdad, pero también debemos entender que mujeres y hombres somos biológicamente diferentes y esa diferencia cromosómica es permanente (no se puede cambiar el cariotipo), necesaria, enriquecedora, y condiciona nuestro comportamiento, nuestra fisiología y nuestra anatomía. Son la educación, los medios de comunicación y las leyes los pilares que deben sostener el marco de convivencia en igualdad y respeto entre hombres y mujeres.
¿Por qué todos esos políticos, tan feministas ellos, no ceden el liderazgo a mujeres en las próximas elecciones generales? Sería un gesto maravilloso que revitalizaría la política, que está dominada por machos incongruentes e incompetentes.