Llevaba un par de semanas en Suiza. No está claro si para una nueva revisión o por un empeoramiento de su deteriorada salud, ya que tiene 82 años y ha sufrido varios derrames cerebrales. Podría tratarse de un abuelo acomodado que vive retirado, pero, sin embargo, es un anciano que presentó su candidatura para ser reelegido por quinta vez como presidente del gobierno de su país. Porque Abdelaziz Buteflika es un animal político. Desde su juventud, en la que, como miembro del Frente de Liberación Nacional y como militar, participó en la guerra independencia, siempre ha estado vinculado al ejercicio del poder. Antes de acceder a la presidencia de Argelia en 1999 ya había ocupado durante largos años diversas carteras ministeriales, entre las que destaca la de Asuntos Exteriores.
Fue uno de los artífices del acuerdo con los islamistas que puso fin a una década de guerra en su país, y ello pese a la oposición del sector más duro del ejército. También desarrolló una amplia campaña internacional para intentar recuperar el prestigio de su país en el extranjero. Sin embargo, desde el 2005 los problemas de salud han ido minando sus energías de tal suerte que, desde el 2012, ya no ha vuelto pronunciar un discurso en público.
En el 2014, sin participar en ningún mitin electoral logró revalidar su puesto con el 81,53 % de los votos. El resultado fue muy cuestionado por la abstención del 50 %. El anuncio de su candidatura para las elecciones de este año desencadenó una movilización social como no se ha conocido. En Argel, la capital, 800.000 personas se manifestaron el 1 de marzo, un millón al viernes siguiente. Si, inicialmente, fueron los estudiantes los que se echaron a la calle, después la secundaron todos los ciudadanos, negándose a aceptar una pantomima de presidente controlado por los militares. Parece que las protestas han logrado su objetivo. Buteflika ha retirado su candidatura y ha aplazado las elecciones, pero las incógnitas y la inquietud social continúan. La convocatoria de una conferencia nacional y una reforma constitucional para antes de finales del 2019 no resuelven nada. Los diferentes estratos del poder se mantienen en sus puestos mientras la crisis económica, el desempleo y la injusticia siguen lastrando a la sociedad.
?Si, inicialmente, fueron los estudiantes los que se echaron a la calle, después los secundaron todos los ciudadanos, negándose a aceptar una pantomima de presidente controlado por los militares