De Maduro a podrido

Carlos Estévez TRIBUNA

OPINIÓN

03 may 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Parafraseando a Churchill cuando se refería a Rusia, Venezuela es «un acertijo envuelto en un misterio dentro de un enigma». Si intentamos desvelar ese misterio tenemos que entender algunos de los últimos hechos económicos de un país con un IPC del 10.000.000 %, y una caída prevista solo este año del 25 % del PIB, según el FMI. Para entender lo que se alarga la situación de deterioro político, social y económico tenemos que valorar a cuatro actores. En primer lugar, al Gobierno de Maduro, que tendría que explicarnos cómo es que las reservas de oro caen de 20.000 millones de dólares a 5.450 millones, entre el 2012 y el 2019. También sería de interés saber qué hacían 7,4 toneladas de oro venezolano en un aeropuerto en Uganda.

El siguiente actor es Estados Unidos, que, además de bloquear totalmente las compras de crudo venezolano desde enero de este año, inmovilizó los pagos pendientes tras desviar el dinero a una cuenta del Departamento del Tesoro. Esto supone reducir las exportaciones anuales de Venezuela, que ascienden a 27.000 millones, en 11.000 millones. Lo que se inyecta directo en caída del PIB.

El cuarto actor es China, a quien le deben unos 20.000 millones, ya impagados y a compensar con exportaciones de crudo. Esto no supondrá ningún ingreso para el país, al constituir un pago de deuda en especie. China posee unos 23.000 millones del total de la deuda pública de Venezuela.

Los datos sobre el cuarto actor son más estimativos, se calcula que Venezuela debe a Rusia entre 3.000 y 10.000 millones, pero esta cantidad, de ser impagada, supondría mayor impacto que en el caso de China. Con un tipo de cambio de 282.735 bolívares por dólar y un déficit publico estimado del 23,01 % del Producto Interior Bruto, es difícil de explicar que no se convoquen al menos unas nuevas elecciones o el fin del régimen bolivariano.

En el tablero dos acreedores impagados y un cliente clave que deja de comprar, lo que hace imposible cobrar a los acreedores. ¿Qué sucedería si tras un cambio democrático no se reconocieran las deudas? Finalmente, como sucede a menudo, la economía desvela muchas veces misterios insondables.