«Este es un país libre». La frase se repetía en todas las películas, telefilmes y series norteamericanos y llegué a pensar que formaba parte de un código no escrito de Hollywood: tenía que figurar indefectiblemente en el guion, igual que la bandera de barras y estrellas aparece sin falta en al menos una escena de cualquier producción made in USA. Siempre me pareció pretenciosa porque en ese país, por ejemplo, no se podía beber a gollete una cerveza por la calle (salvo que estuviera dentro de una bolsa de papel) y en muchas ciudades había toque de queda para los menores, algo que distaba mucho del concepto de libertad que teníamos en la España de los años 70 y 80.
Por supuesto, la sentencia buscaba contraponer el american way of life a la vida que había tras el telón de acero. En lo comercial significaba la libre competencia, el derecho de cualquier persona o empresa a participar en el mercado de bienes y servicios, sin intervencionismo estatal ni monopolios, que era lo propio de los países comunistas.
Washington acaba de fulminar el libre mercado con su decisión de vetar a Huawei. Lo ha hecho tras acusar a la compañía china de utilizar los productos que fabrica -desde el móvil más pequeño hasta los costosos equipos de telecomunicaciones que conectarán las redes 5G- para espiar. Algo de lo que no ha presentado ni una sola prueba, al más puro estilo de las armas de destrucción masiva de Irak, pero tampoco la necesitamos.
Los usuarios de dispositivos móviles no vivimos engañados, sabemos perfectamente que ese smartphone, tableta, ordenador, altavoz inteligente... hasta el coche que conducimos, si tiene un micrófono nos está escuchando. Obedecen nuestras órdenes y al mismo tiempo recopilan una cantidad infinita de datos, porque los datos son el petróleo de la era digital. Nosotros hemos decidido vivir así y también podemos elegir quién queremos que nos espíe: Google, Huawei, Apple, Samsung, Microsoft, Amazon...
Las últimas decisiones de Trump semejan encaminadas a buscar nuevos enemigos exteriores -China, Irán...- que le garanticen la reelección en las presidenciales del 2020: nada excita tanto al votante norteamericano como el patriotismo. Pero con su bloqueo a Huawei se ha puesto al mismo nivel que un régimen, el de Pekín, que prohíbe a sus ciudadanos acceder a Google, Facebook, Twitter, YouTube y la mayoría de los medios de comunicación occidentales. El pirómano y el gran cortafuegos.