La corporación de Vigo se tiñe de rojo hasta límites delirantes: cuando se celebren los plenos, hasta seis concejales socialistas podrán ausentarse y Caballero seguirá ganando las votaciones
27 may 2019 . Actualizado a las 23:31 h.Apabullante. Histórico. Insultante. El triunfo de Abel Caballero se puede adjetivar de muy diversas maneras sin caer en la exageración. Al contrario, el riesgo es quedarse corto. Si se analizan los resultados con detalle, descubrimos que se trata de un registro sin precedentes. El alcalde de Vigo es el más votado de la historia de la democracia en los grandes ayuntamientos de España. Hasta ahora ningún regidor de una ciudad que tuviese en ese momento más de 200.000 habitantes había alcanzado el 67 % de los votos depositados en las urnas. Con 20 de los 27 concejales para el PSOE, la corporación viguesa se tiñe de rojo hasta unos límites delirantes: cuando se celebren los plenos, hasta seis ediles socialistas podrán ausentarse y el gobierno local seguirá ganando las votaciones.
Lo que no explica el recuento de papeletas es por qué Abel Caballero ha logrado semejante victoria. Vigo carecía de liderazgo hasta hace unos años y, de repente, se abonó al hiperliderazgo de un político que algunos creían de otra época. Pero ya no estamos ante aquel ministro del Gobierno de Felipe González, ni tampoco ante aquel candidato a la Xunta que pagó el mejor momento de Fraga y de Beiras. Es otro. Caballero se ha transformado en un alcalde viral, omnipresente. Y es incuestionable que su permanente discurso de defensa de la ciudad ha calado entre los vigueses. Gustan sus ataques a Feijoo (el párking gratuito al lado del hospital fue un mensaje demoledor) y gustan sus apuestas por «the lights and the music». Fuera de Vigo se chotearon de su inglés. En Vigo sonrieron y comprobaron, a la postre, que la ciudad se petaba de turistas.