Dicen que uno de los temores de Pedro Sánchez para no repetir elecciones es que la izquierda no se movilice como se movilizó en abril y mayo. Si no se moviliza, aumenta la abstención y, con una abstención muy alta, la izquierda no gana. Eso dicen los que saben de política y puede ser. Lo que pasa es que yo veo a la izquierda muy movilizada. En los últimos días hubo muchas noticias que lo confirmaron. Fíjense en Madrid, donde la alianza de las derechas ganó la alcaldía de la capital: las izquierdas, lejos de resignarse, iniciaron una serie de actuaciones que tratan de impedir la política de los nuevos gobernantes locales. Las más notables han sido las protestas populares contra el intento de suprimir el Madrid Central. El alcalde Almeida ya dijo lo de siempre: «tratan de conseguir en la calle lo que no consiguieron en las urnas».
Paralelamente, los medios informativos progresistas están haciendo un acopio de decisiones municipales que, a su juicio, perjudican la cultura popular promovida por Manuela Carmena. Eldiario.es hablaba ayer mismo de contrarreforma ideológica. Quiso el destino que el nuevo ayuntamiento de Córdoba decidiera restituir nombres de personajes del franquismo a algunas calles de la ciudad y el mismo diario obtiene la conclusión de que los nuevos consistorios de las tres derechas traen «coches y franquismo».
Y un tercer ejemplo de estos días: las celebraciones del Orgullo LGTBI. No quiero decir que sean de izquierdas, porque es un movimiento lógicamente transversal, pero al partido político Ciudadanos le hicieron pagar un alto precio por sus coqueteos con Vox o por no rechazar los acuerdos de Vox con el Partido Popular. Da igual que el partido de Albert Rivera sea muy militante en la defensa de los derechos de homosexuales y transexuales. Da exactamente igual. Eso ya se ha olvidado. Lo que cuenta en este momento es que está contaminado por Vox y así arremeten contra los autobuses de Ciudadanos que participaban en la celebración. Supongo que los atacantes no eran precisamente de derechas.
Sí, la izquierda está movilizada y, además, tiene gran capacidad de movilización. Para que la demuestre solo requiere, igual que en las pasadas elecciones, que se toque el resorte de la llegada de los reaccionarios; que se amplíe con ejemplos que demuestren que se quiere destruir lo hecho por la izquierda gobernante a cualquier nivel, estatal, autonómico o municipal, y que ese movimiento se amplíe a todas las localidades donde se ha producido el cambio. El resto lo pondrá Sánchez con su conocido grito de guerra: ¡que vienen los fachas! Solo necesita que no lo desmientan las encuestas. Es decir, que no sigan anunciando la caída de Ciudadanos y de Vox.