El noxo

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre MIRADAS DE TINTA

OPINIÓN

23 jul 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

El asco es una emoción que, junto al miedo, la ira, la alegría y la tristeza, conforma el catálogo básico de las emociones humanas. En gallego se denomina noxo y es más polisémico.

El asco es una respuesta cerebral que cumple una función defensiva frente a cosas que pueden ser peligrosas; los alimentos que nos dan asco obedecen a experiencias que en el transcurso de la evolución se han ido registrando en el cerebro para alejarnos de posibles intoxicaciones.

Pero el asco se ha extendido hacia muchas cosas que no tienen nada que ver con lo que ingerimos; hay personas, sitios, situaciones, ideas y conductas que dan asco. La literatura ha tratado mucho este asunto. Eduardo Blanco Amor, en O noxo, describe la emoción nauseabunda que le produjo al protagonista rascar a una anciana a la que hacía recados a cambio de comida.

Sartre llegó a la conclusión de que la vida del hombre es un vacío y que, cuando lo constata, siente una profunda sensación de Náusea.

Castellanos Moya, en su novela El asco, lo utiliza para describir la emoción que le produce al protagonista regresar del exilio a su país natal de El Salvador, algo parecido a lo que Thomas Bernhard describe con respecto a Salzburgo.

Hace unos días un amigo me contó que en un pueblo costero de A Coruña vivía un hombre mayor muy querido por todos al que -sin saber nadie por qué- hacía tiempo que no se le veía. Todos lo dieron por muerto hasta que un día se lo encontró un amigo y le soltó un efusivo: «Coño, Tomás, canto me alegro de verte, ¡pensei que estabas morto, carallo!».

A lo que el difunto contestó: «Cala, cala, que todo o mundo dime o mesmo e xa me está dando noxo estar vivo».

O noxo.