Así lo propuso la ONU, que calcula que la alimentación es la responsable del 37% de los gases de efecto invernadero. La carne supone casi la mitad de esa cifra

Las Naciones Unidas difundieron esta semana el informe Suelo y seguridad alimentaria, a través del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático. De este estudio trascendieron principalmente dos datos: la alimentación es la responsable del 37 % de los gases de efectos invernadero, y la carne supone casi la mitad de esa cifra, con la ternera como el alimento que más huella de carbono genera. En conclusión, deberíamos consumir menos carne si queremos frenar el cambio climático. Pero, ¿qué opinan los expertos? Hoy enfrentamos a un ecologista con un representante del sector productor en Galicia. 


En contra

Por qué el sector cárnico nos beneficia a todos

Repasemos la importancia del sector cárnico desde el punto de vista socio-económico, de la salud y medioambiental:

El sector cárnico es extremadamente relevante para el tejido productivo gallego. El valor de las producciones agroganaderas sobrepasa los 3.800 millones de euros al año. Su actividad genera empleo para 9.500 personas, muchas de ellas en el rural. El tradicional sector agrario gallego está conformado mayoritariamente por explotaciones familiares y se caracteriza por un elevado nivel de dispersión; de hecho, las principales industrias controlan menos de la cuarta parte de la producción. Galicia cuenta con una ganadería distinguida por la alta calidad resultante de una alimentación diferenciada, la potenciación de las razas autóctonas y el mantenimiento de exigentes protocolos de sanidad animal.

Desde el punto de vista nutricional, la carne es una importante fuente de nutrientes y su papel como proveedora de proteínas de alto valor biológico es inequívoco, siendo rica en micronutrientes como el hierro, selenio, zinc, y una valiosa fuente de vitaminas del complejo B, especialmente la vitamina B12. Todos ellos componentes esenciales de una dieta equilibrada. Investigaciones recientes han comenzado a desmitificar la imagen negativa de la carne y están ayudando a señalar el papel crucial de esta en el desarrollo del ser humano actual.

Galicia tiene un consumo de carne medio, que está dentro de los parámetros aceptados por la dieta atlántica, muy alejado de los altos valores de otros países como Argentina o EE.UU. Nuestra comunidad se sitúa entre las más longevas de Europa. El incremento de la esperanza de vida demuestra que algo hemos estado haciendo bien.

Los beneficios ambientales de la ganadería son bien conocidos en Galicia, especialmente por la contribución a la conservación del medio de los sistemas silvo-pastoriles, y sociales, como fijadora de población en el medio rural. Todos sabemos que solo arde la Galicia vacía, los terrenos baldíos, abandonados e improductivos. Se ha calculado que las emisiones brutas de carbono de los incendios equivalen al 25 % de las emisiones globales anuales de los combustibles fósiles. Según un estudio de la Universidad de Vigo, solo la superficie afectada en Pontevedra en el 2017 (40.943 hectáreas) emitió 1,7 millones de toneladas de CO2, cantidad equivalente a lo que emite la central de As Pontes durante dos meses o 400.000 coches nuevos al año.

Por lo tanto, hay motivos económicos, de fijación de población en zonas rurales, nutricionales, de conservación de la dieta atlántica y, finalmente, medioambientales, de mantenimiento de nuestros ecosistemas como freno a los incendios forestales, que hacen que el sector cárnico sea altamente beneficioso para todos y seña de identidad de Galicia.

Autor Emilio González Iglesias Es vicepresidente de la Asociación Gallega de la Carne (Asogacarne)

A favor

El planeta está en llamas, pero nuestra dieta lo puede enfriar

El planeta está en llamas, inmerso en una crisis climática y de pérdida de biodiversidad sin precedentes. No es una novedad, organizaciones ecologistas como Greenpeace lo venimos advirtiendo desde hace décadas y cada vez son más los organismos internacionales que alzan su voz. Se nos acaba el tiempo, pero aún podemos evitar las peores consecuencias del cambio climático. Eso sí, necesitamos actuar ya, conjunta y coordinadamente y en todos los sectores. El reto es enorme, la responsabilidad mayor, pero de ello depende la vida tal como la conocemos.

El año pasado, el Grupo Intergubernamental de Personas Expertas en Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) advirtió de que para limitar el calentamiento global a 1,5 grados harían falta «cambios rápidos, de amplio alcance y sin precedentes en todos los ámbitos de la sociedad». Hace días, en un nuevo informe, mostró por primera vez la relación entre el cambio climático y los usos del suelo, documentando su impacto en el sistema alimentario e incidiendo en cómo un uso sostenible puede contribuir enormemente a la adaptación y mitigación de esta crisis climática y, a su vez, asegurar alimentos para todas las personas.

De las conclusiones de este informe cabe destacar que el 37 % de las emisiones de gases de efecto invernadero tienen origen en el sistema alimentario, que los mayores cambios en el uso de los suelos y la deforestación están asociados a la actividad ganadera y que un cambio en la dieta, con una reducción drástica del consumo de carne y otros derivados animales, es fundamental para hacer frente a esta crisis.

En España el consumo de carne está descendiendo paulatinamente, pero seguimos siendo el segundo país con el consumo más elevado de Europa (unos 250 gramos diarios, frente a los 300 gramos semanales recomendados). Lamentablemente, no ocurre lo mismo con la producción, en aumento y cada vez más intensiva.

La clase política española debe actuar según lo que marcan estos informes: urgen medidas para reducir el consumo de carne y la ganadería industrial y apoyar la agroecología, la ganadería extensiva y ecológica de pequeña escala, y los productos locales y de cercanía. Individualmente podemos actuar en la misma línea y exigir a los gobiernos acciones urgentes, valientes y contundentes. Estamos ante una emergencia planetaria.

Estos días se reunieron los países más poderosos del planeta (G7) y la crisis climática y de biodiversidad no estuvo en el centro de su agenda. No podemos seguir cometiendo el mismo error e ignorar una vez más la mayor prioridad actual: salvar el planeta.

Autor Luis Ferreirim Es responsable de la campaña de agricultura de Greenpeace
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¿Debemos reducir el consumo de carne para frenar el cambio climático?