¿«Quo vadis, cui prodest», Cataluña?

Carlos Barrera del Barrio DIRECTOR DEL MÁSTER EN COMUNICACIÓN POLÍTICA Y CORPORATIVA DE LA UNIVERSIDAD DE NAVARRA

OPINIÓN

03 nov 2019 . Actualizado a las 10:24 h.

Acudo a nuestra lengua muerta más viva, el latín, para resumir en breves trazos algo que está en la mente de todos a pocos días de ser llamados a las urnas: ¿a quién beneficia electoralmente lo que está ocurriendo en Cataluña, o mejor dicho, lo que lleva ocurriendo desde hace unos cuantos años? Claro que, para ello, primero debemos preguntarnos hacia dónde va, y lo peor es que nadie lo sabe con certeza ni tiene una bola de cristal que nos desvele su futuro, al albur aún de tantas contingencias.

Este factor de la incertidumbre torna compleja una situación ya de por sí enrevesada. En todo caso, hay que alejar la ingenuidad a la hora de examinar los planteamientos de los principales partidos en liza en el tablero nacional respecto del conflicto catalán. Todos dirán, como no puede ser menos, que hay que actuar con perspectivas amplias y sentido de Estado. Decirlo es de obligado cumplimiento y, aun a fuer de resultar un poco cínico, me atrevería a decir que es un mero y necesario trámite. Al mismo tiempo, seamos realistas, todos quieren pescar votos en ese río revuelto, lo cual es perfectamente legítimo en democracia. Quien o quienes resulten más convincentes se llevarán el gato al agua.

En un ambiente tan polarizado no resultará extraño que saquen mayor rédito electoral quienes planteen un discurso duro y sin concesiones. Ahí Vox lleva las de ganar sin traicionar ninguno de sus principios originarios: se lo han puesto en bandeja. Y en la lucha por ese discurso antinacionalista que estuvo en sus orígenes, precisamente catalanes, intenta significarse Ciudadanos para recuperar el terreno perdido. En este sector del centroderecha, al PP posiblemente le baste con dejarse llevar sin entrar demasiado en el cuerpo a cuerpo con Vox y Ciudadanos, en un papel más institucional como alternativa real de gobierno.

Más dudoso se presenta el panorama en el otro lado del abanico político. La gestión del Gobierno Sánchez respecto de Cataluña, moderada y centrada en las formas, aunque con una creciente dureza en el fondo, pretende atraer a esa «tercera España» que no gusta de los extremismos. El impacto de los últimos incidentes callejeros y el escaso efecto de esa política sobre los independentistas catalanes hace dudar de su eficacia en términos electorales. Más contemporizadores y nadando entre dos aguas se presenta Unidas Podemos, cuya ambigüedad calculada resulta difícil de vender al electorado. Lo que no cabe duda es que, pese a quien le pese, será de nuevo el tema principal.