La telebasura no se recicla

Pedro Armas
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OPINIÓN

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04 dic 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

El impacto de la basura en el ecosistema equivale al impacto de la telebasura en la cultura. La cultura construida a partir del entretenimiento televisivo no es cultura, a menudo es incultura. Cuando todo lo que se emite como entretenimiento se considera popular y todo lo popular se considera cultural, baja el listón de la cultura. Cuando no interesa lo extraordinario, ni siquiera lo ordinario, sino la ordinariez, la televisión se convierte en un medio que aborrega, ni amplía conocimientos ni difunde valores. Algunos defienden que es el medio más democrático, porque responde a lo que quiere la gente, pero lo que quiere la gente no es precisamente cultura. Según la ley de Murphy, la televisión todavía tiene margen para empeorar. Véase el debate actual sobre una violación que tuvo lugar en un reality hace un par de años. Debate, deontológico en la forma y económico en el fondo, que ha derivado en una guerra entre canales por las audiencias y en un boicot de los patrocinadores.

Hay cadenas en cuya parrilla resulta difícil encontrar algo más que programas de cotilleo, sea cotilleo amoroso, deportivo, político o judicial. En estos programas unos individuos cuentan chismes y hablan mal de los demás. Contar chismes es chismorrear, hablar mal de los demás es cotillear. La tertulia de plató ha sustituido a la de la plaza, donde los vecinos cotilleaban sobre las intimidades de los otros y el cotilleo formaba parte del aprendizaje colectivo. Cuando millones de españoles están enganchados a programas de cotilleo y estos programas son a la vez los peor valorados por los españoles, algo falla. Es lo que los sociólogos llaman «efecto tercera persona», que consiste en negar la evidencia atribuyéndosela a terceros: «Yo no los veo, pero los demás sí». Los que hacen negocio con la telebasura echan mano del manual de justificaciones, hablan de autenticidad e hiperrealismo. No buscan personajes, sino personas de la calle, que en el plató se muestren tal como son, vulgares.

El español medio pasa cuatro horas diarias ante la tele. Si la tele genera adicción, la telebasura más. Las historias personales se presentan como historias interminables, fragmentadas, intercaladas con largos bloques publicitarios, anunciadas reiteradamente con antelación, para mantener a los telespectadores pendientes de las vergüenzas de mujeres, hombres y viceversa. Mirando la tele el cerebro tiene menos actividad que leyendo un periódico. Mirando la telebasura el cerebro tiene menos actividad que durmiendo. Aun durmiendo bien, el cerebro es incapaz de reciclar la telebasura. La basura se recicla, la telebasura no.