Sostenibilidad política o voluntad de pactar

Rafael Arangüena Sande EN VIVO

OPINIÓN

13 dic 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Con esta son siete las rondas de consultas convocadas por el actual monarca desde que accedió al trono, algo que contrasta claramente con las diez que celebró su padre durante su largo reinado. La cifra es un claro exponente del cambio de los tiempos y de las turbulencias que ha traído a la política española el malestar generado a nivel global ante los cambios sistémicos que nos están tocando vivir.

Siendo bien cierto que la huida hacia adelante del independentismo catalán radicalizando a la sociedad es una cortina de humo para tratar de tapar su mala gestión económica de la autonomía catalana y el entorno de corrupción en el que se movieron gran parte de sus élites, no lo es menos que esta crisis de gobernabilidad que actualmente nos afecta tiene un profundo componente moral, más que económico, que emerge ante la falta de un modelo de país que ayude a complementar el diseño territorial establecido por nuestro constituyente y a afrontar un destino conjunto sin complejos.

No estaría de más abandonar de una vez el modelo de «España versus anti-España» acuñado por los casi cuarenta años de farsa moral que siguieron a nuestra Guerra Civil y en la que se corrompieron los mitos y relatos comunes hasta hacerlos irrespirables, y esforzarnos por definir entre todos un modelo de España inclusivo de las múltiples realidades que nos enriquecen.

Resulta muy difícil pretender que nuestros líderes políticos encuentren lugares comunes para construir si los ciudadanos, en clave de sociedad, no somos capaces de invertir en un relato común integrador y veraz para esa aventura histórica que como colectivo llevamos compartiendo durante miles de años en uno de los territorios culturalmente más mezclados del occidente.

En esta ronda de consultas, los consultados deberían tener en cuenta las ingentes reformas económicas y jurídicas que deberemos afrontar para adaptarnos de una vez por todas al siglo XXI, dejando de estirar el ya fenecido siglo XX, y hacerlo desde la más profunda convicción de que esa tarea, o la hacemos todos juntos o es imposible ejecutarla.

Ahora que afortunadamente parece que la palabra sostenibilidad comienza a presidirlo todo, no estaría de más pedir a nuestros electos que pensasen y negociasen en clave de sostenibilidad política, puesto que, solo siendo todos honestamente conscientes del concreto ecosistema político en el que nos movemos, podremos encarar las siempre necesarias tareas de permanente adaptación que todo ecosistema precisa.