Arranca al fin la legislatura tras más de un año y medio de sobresaltos. La moción de censura exitosa —algo inédito en la democracia española de los últimos 40 años— contra Mariano Rajoy abrió definitivamente la caja de Pandora de la ingobernabilidad que había empezado a destaparse a partir de diciembre del 2015 con el inicio del fin del bipartidismo.
Toca explorar una nueva experiencia. Nunca hubo una coalición en el Gobierno de España. Y este no será un bipartito convencional entre dos fuerzas homogéneas y casi complementarias. Al contrario. El PSOE pugnará con su alma catalana y las dudas de sus barones de las tierras menos ricas de España —Extremadura, Castilla-La Mancha y Aragón—. Podemos es una amalgama que reúne a municipalistas, independentistas, comunistas, anticapitalistas, ecologistas y alguna confluencia más.
A Pedro Sánchez, digno y legítimo presidente de España por la suma de la aritmética parlamentaria, le toca coser esa amalgama de siglas y sobreponerse a un escenario en el que nunca pensó. «Este no es el Gobierno que querríamos», admitió el sábado en la primera sesión de la investidura y repitió este martes.
El reelegido presidente tendrá que luchar contra el fantasma de los Gobiernos paralelos que él mismo enunció en julio y en septiembre. Y con el cumplimiento de la larga lista de compromisos suscritos con otra media docena de fuerzas políticas
—PNV, ERC, Compromís, Más País, BNG y Teruel Existe—, así como con las amenazas explicitadas por Rufián —su segunda dijo literalmente que a ellos la gobernabilidad de España les importaba «un comino»—, Bildu y hasta por Junts per Catalunya, que en boca de Laura Borràs apeló al carácter marxista, de Groucho, del líder socialista. «Usted pacta con los nacionalistas a pesar de que no quiere, pero porque los necesita. Si no le valen unos principios, tiene otros», recitó en la tribuna del Congreso.
Acabados los insultos, los reproches y los monólogos estériles, toca aparcar las diferencias y ponerse a trabajar de forma efectiva por los intereses de todos los españoles. Hemos asistido a una carrera de sobresaltos que ahora termina. En ocho meses de desgobierno, España ha sufrido una nueva ofensiva separatista, se ha intentado desprestigiar al poder judicial, hemos visto caer todos los índices económicos y el país se ha quedado muy lejos de los resortes de poder real en la Unión Europea.
La legislatura que arranca a partir de hoy con la toma de posesión de Pedro Sánchez, y en unos días de sus ministros, que Iglesias ya ha adelantado por su cuenta, tendrá que lidiar cada día con otro elemento desconocido en nuestra historia parlamentaria: una minoría muy minoritaria de 155 votos, a los que habrá de sumar cada sesión 21 más para garantizarse las victorias parlamentarias.
Si Sánchez, e Iglesias, convierten a su Gobierno bipartito en una factoría de subastas de privilegios a cambio de votos, desaparecerá la igualdad de oportunidades para todos los españoles y perderán todo su crédito. Si salen airosos del desafío, habrá Gobierno para una década.