No ha escrito un crimen, pero su relato es criminal. Tiene sentido del humor y del placer. La señora Fletcher (la que es tendencia en HBO, en la piel de la gran Kathryn Hahn) no tiene la discreción voyeur de Angela Lansbury. Ha dejado las perlas y cambiado la máquina de escribir por el portátil, para distraer su soledad, dar coba a sus fantasías sexuales y escribir, como si nada, la crónica mortal de una mujer divorciada de 40 y pico que trabaja en una residencia de ancianos, y acusa el síndrome del nido vacío, un vacío lleno de posibilidades tras la marcha de su hijo a la Universidad. Esta señora Fletcher no investiga ni escribe, pero da en algunas teclas de la manera de vivir, amar, desear, divertirse y resistir en la cara confortable del XXI. Su historia la interpreta una mujer, pero la ha escrito Tom Perrotta. Y es una sátira fresca, irónica y sensual, con un poso amargo, para leer de un trago en Libros del Asteroide. Con notas cítricas y amargas, y piruetas de descaro y ternura, Eve Fletcher seduce abriendo el primer botón de la camisa de su sensibilidad de madre abandonada, que recupera el chip de aquella mujer que fue cuando tenía vida propia.
Es divertido dejarse llevar por la señora Fletcher. La de Perrotta, la que nos atrapa entre la clase y el bar en HBO, encendiendo el deseo de una segunda temporada.