Antivirus

Beatriz Pallas ENCADENADOS

OPINIÓN

KAI PFAFFENBACH | REUTERS

01 mar 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El humor no tiene el poder de contener la propagación de gérmenes, pero las risas ayudan a ver que entre la ignorancia y el pánico existe una amplia variedad de opciones saludables. Que lavarse las manos es conveniente, sí, pero ya lo era antes de que aprendiéramos a situar Wuhan en el mapa. La expansión del coronavirus por España ha dejado esta semana escenas televisivas como la de Ana Rosa Quintana y sus colaboradores tomándose la fiebre en directo con un termómetro sin contacto como si fuera el último invento de Silicon Valley. O el momento de los presentadores de informativos de Telecinco explicando cómo se coloca una mascarilla.

Pero el mejor antivirus fue el discurso templado de Lorenzo Milá en TVE hablando desde las calles de Milán a cara descubierta y explicando, con sosiego, que este brote no es más que «un tipo de gripe nueva» y que, como todas las gripes, afecta a personas con salud precaria. Que esto no es el ébola. Otro escudo protector con el que quedarse es la guerra que libran en Twitter las cuentas humorísticas del Coronavirus y la Gripe Común, lo mejor que ha generado esta psicosis. O el programa La resistencia celebrando que uno de sus cámaras tose y moquea. «Primero nos dan el Ondas y luego esto. Estamos en racha». Festejaban con esperanza la oportunidad de convertirse en el primer programa de televisión en sucumbir a la epidemia.