Núñez Feijoo ha instado a los eurodiputados del PP y al Gobierno de Sánchez a defender la pesca y la agricultura gallegas, seriamente amenazadas por los recortes presupuestarios previstos por la Unión Europea. «Sin fondos europeos -dijo gráficamente en un acto de precampaña-, Galicia no llega a fin de mes».
Nada que objetar a la apelación del presidente de la Xunta. Incluso se agradece esa invitación a la unidad de acción, Gobierno y oposición, cuando se trata de defender los intereses españoles y gallegos en Bruselas. Si acaso, ahora que milita en el partido de Galicia, solo cabe reprocharle que no ponga idéntico énfasis en otros asuntos que, de no resolverse satisfactoriamente, también dificultan que lleguemos a fin de mes. No le hemos oído exigir a Pablo Casado, por ejemplo, que ayudase a desbrozar la nueva senda de estabilidad presupuestaria por el bien de las finanzas autonómicas. Quizá piensa nuestro presidente que estas cuestiones -techo de gasto, objetivo de déficit, nivel de deuda- son tecnicismos sin repercusión electoral. O tal vez preveía que ya se las arreglarían Sánchez y compañía para sacar las castañas del fuego. Como así fue: el Senado aprobó ayer el marco financiero al que deben ajustarse los próximos Presupuestos del Estado.
La vigente senda de estabilidad, aprobada por el PP en julio del 2017, ha quedado obsoleta. Ese camino, estrecho e invadido por las zarzas, se ha vuelto intransitable. Baste saber que, para mantenerse en el carril, habría que dar un tijeretazo de 7.000 millones de euros al presupuesto de la Seguridad Social. Y que las comunidades autónomas, gestoras de la sanidad, educación y servicios sociales, deberían adelgazar hasta conseguir la estabilidad -déficit cero- el próximo año.
En el 2019, el Gobierno se propuso ensanchar la carretera y consiguió de Bruselas un margen adicional de déficit de 5.500 millones de euros, a repartir entre autonomías y Seguridad Social. Pero la iniciativa fue boicoteada por la derecha, aprovechando la singular capacidad de veto del Senado, donde el PP contaba con mayoría absoluta. No se aprobó la nueva senda, fracasaron los Presupuestos, hubo elecciones y las autonomías siguieron a dos velas.
Ahora, pese al placaje de las tres derechas, el Gobierno consiguió el pasaporte para llevar los Presupuestos del Estado al Congreso. La nueva senda, «realista y creíble» según la ministra de Hacienda, avanza en la reducción del déficit público, como exige la Unión Europea. Pero lo hace a menor ritmo, para no mutilar las políticas sociales ni frenar el crecimiento y la generación de empleo. Y atribuye a la Administración central y a la Seguridad Social el mayor esfuerzo en el recorte del déficit. A las comunidades autónomas les inyecta un balón de oxígeno: les concede un margen adicional de 2.500 millones -dos décimas de déficit- y les evita el recorte de 3.500 millones que deberían aplicar si la senda del 2017 continuase en vigor. Una buena ayuda, rechazada por el PP, para que lleguemos a fin de mes.