Cartas al director: A tí, que estás en la planta 11

Desde el CHUAC

Hola, no me conoces pero ahora más que nunca me estoy acordando de ti, de vosotros, los que habitáis la planta de hematología del CHUAC. En un momento en el que el coronavirus ha hecho que el planeta se pare y todos se centren en esa enfermedad vuelvo a esa planta que me hizo pasar por una situación también surrealista para mí y mi chico. Una situación que me llevó, sin saberlo, a un aprendizaje continuo.

No soy nadie para dar consejos, pero desde mi propia experiencia te diría que aproveches, en el buen sentido de la palabra, ese espacio-tiempo en el que estás ahora mismo. Te diría que observes, que intentes mimetizarte con el entorno y convivas, y vivas integrado en la rutina y con todas esas personas que, aunque puedas pensar que no sienten más allá de su bata blanca, tienen miles de preocupaciones y tú eres una de ellas.

Cuando salgas por las puertas de cristal en las que se puede leer «mantener cerradas» mira atrás y piensa que eres más fuerte que cuando que entraste asustado. Cuando dejes atrás el hospital mira el edifico y piensa que esa mole de hormigón forma parte de tu vida, de un capitulo rabiosamente bonito que afortunadamente (o desafortunadamente, según lo mires) no todo el mundo ha tenido la posibilidad de vivir.

Pienso mucho en el CHUAC, en las vistas de las habitaciones que dan a la playa de Santa Cristina y al patio interior, por el que se ve un resquicio de mar si miras a la derecha y te pegas mucho al cristal. La mayoría del tiempo que pasé en la butaca azul, acompañando a mi chico, lo hice en las habitaciones del interior, pero lo que hacía cada vez que podía era mirar ese mar, mirar al cielo y observar el día.

Era un respiro más allá de la luz blanca (no me gustaba nada esa luz general y siempre ponía la pequeñita, que se activa en la tecla al lado de la puerta y aporta una luz más cálida). Te diría que te hagas fotos de tu día a día, que hables con las enfermeras más allá de cómo te encuentras o de las pastillas que tienes que tomar.

Que te abras en canal si te apetece. Que te permitas llorar de rabia pero que no te olvides de sonreír y de bailar si te lo pide el cuerpo. (Nosotros nos encerrábamos en el baño para no parecer locos y ahí, delante del espejo, cantábamos y bailábamos).

Que vaciles, que salgas a pasear por las noches, cuando la planta esté vacía, para mirar el mar por el ventanal, para observar todas las luces que iluminan los pueblos de alrededor de A Coruña. Para poder seguir el rastro del avión de las 23:30 que aterriza en el aeropuerto de Lavacolla procedente de Londres. Que te mires al espejo y te dejes sentir. Que te agarres del brazo de esa persona que te está cuidando y aprovechéis el sol que entra a media mañana por la ventana para sentaros en uno de los bancos de la zona de descanso a simplemente ESTAR.

Que te hagas una playlist de música que te alegre, y que algún día te recuerde que bailaste entre sueros. Te aseguro que la vida es preciosa, aunque sientas rabia y te inunden los «por qué».

Dale besos a Lola, a Carlos, a Concha…. A Pio, un médico increíble. A la doctora Do Campo, a Patri, a Lu, Maribel, y a Estrella…. a la que el nombre se le queda incluso pequeño. Se me quedan nombres, pero me acuerdo absolutamente de todas las caras y de todo el amor que nos dieron en planta. No todo serán noticias buenas, pero los recuerdos de ese lugar te aseguro que serán en su mayoría agradables, porque gracias a nuestra mente, somos capaces de olvidar lo que nos daña y sobrevivir a base de recuerdos bonitos.

Un abrazo cálido y mucha energía. Alejandro Romano. A Coruña.

Tropezar dúas veces na mesma pedra

Dicía meu avó, que ningún animal tropezaba dúas veces na mesma pedra, agás o home. Sabíao pola experiencia de ir co gando á feira ou coa mula ao muíño. Se non tornan as cousas, remaaráe o curso académico sen que os rapaces volvan á escola. Non hai que racharse as vestiduras. Os profesores avaliarán o esforzo realizado desde a casa. Estou convencido que están aprendendo outras leccións que seguro lles veñan moi ben para o futuro. O que non teño tan claro é que a nós, os adultos, nos serva de lección este confinamento que estamos sufrindo. Temos unha memoria moi curta. En breve o coroavirus, será prehistoria. Non nos vai servir de lección, máis tarde ou máis cedo, tropezaremos outra volta coa mesma pedra. Magoa, pois non nos servirá nin para apreciar o que temos a carón nosa. Manuel Piñón. ferrol.


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