Roger Kornberg ganó el Premio Nobel de Química en el 2006 por comprender cómo se copia la información del ADN al ARN. Roger es hijo de Arthur Kornberg, que compartió con Severo Ochoa el Premio Nobel de Medicina en 1959 por descubrir cómo se sintetizan ADN y ARN. Les hago esta introducción para que tengan claro que se trata de alguien que tiene una visión privilegiada para opinar de las posibilidades de la ciencia, porque ha estado toda su vida rodeado de sus élites.
En el 2009 lo tuvimos unos días en Galicia y en la rueda de prensa dijo que, si no hubiese límite de fondos, la ciencia actual curaría todas las enfermedades. Yo estaba haciendo de traductor y recuerdo que me quedé mudo: pensé que había entendido mal. Le pregunté al oído y me dijo que no había error. Es más, en aquel año estábamos a vueltas con la gripe A, y añadió que el límite para detectar, controlar su expansión y mitigar los efectos de esa y de otras pandemias análogas que seguro vendrían en el futuro era político, no científico. Uno de sus argumentos era algo bien conocido: la escala de tiempo necesaria para recoger frutos de la ciencia básica es mucho más larga que la vida política de un ciclo parlamentario.
Recuerdo sus palabras en medio de la tragedia actual. Este primer asalto lo ha ganado el coronavirus; nos ha pegado muy duro. Si para el segundo asalto los gobiernos del mundo ponen los medios para que la comunidad científica (que está volcada en este tema) pueda desarrollar sus capacidades, no tengan duda de que lo venceremos antes de lo pensado.