La incertidumbre, enemiga del bienestar

David Carro IFFE BUSINESS SCHOOL

OPINIÓN

XOAN A. SOLER

29 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

 Las personas precisamos saber a qué atenernos para tomar decisiones, y tener la convicción de que aquellos que las toman por encima de nosotros lo hacen desde un liderazgo inteligente que genera confianza.

Durante las últimas semanas han sido abundantes las críticas -es verdad que no siempre desinteresadas- al Gobierno central por algunos errores y algunos bandazos que han contribuido a generar, bien al contrario, incertidumbre y desconfianza en demasiados agentes económicos.

De manera especial quiero referirme en estas líneas al comercio. Un sector fundamental de nuestra economía, nuestras ciudades y nuestros pueblos, que ya venía resistiendo estoicamente las transformaciones derivadas del comercio online y de la proliferación de grandes centros comerciales antes de esta crisis, y que de repente se encuentra inmerso en una coyuntura en la cual no saben ni como cuando ni cuanto podrán abrir al público.

Reconociendo las dificultades de gobernar en cualquier circunstancia, y más en las actuales, no es menos cierto que los gobernantes se baten sin piedad por alcanzar el poder y con él dirigirnos. Por ello es tan implacable la política, demasiadas veces en manos de quienes no conocen la intemperie y el insomnio de tener que pagar cada mes unas nóminas de las que dependen tantas familias -por políticamente incorrecto que suene recordarlo-.

El plan de desescalada anunciado ayer por el presidente del Gobierno parece sentar las bases de la vuelta a una nueva normalidad también de los comercios; pero no podrán formar parte de tal nueva normalidad la indefinición ni los bandazos. Los autónomos y los empresarios están haciendo un esfuerzo descomunal para preservar empleos y también para preservar los servicios que prestan a sus clientes, y no merecen la indolencia del desgobierno ni el olvido de la clase política.

Tanto Madrid como Santiago tienen mucho que aportar para que así no sea, máxime desde que han delegado en los bancos -una crisis más, sin que en esto los grandes partidos exhiban discrepancia alguna- un apoyo financiero discrecional a nuestro tejido empresarial. Y máxime también en Galicia, envejecida y con un rural falto de medidas especiales.