El Gobierno no tenía ninguna necesidad en la tormenta perfecta de la emergencia sanitaria y la crisis económica que sufrimos de saldar la credibilidad parlamentaria hasta extremos nunca vistos. Sabemos que el Ejecutivo es de coalición pero no podemos enfrentarnos a hechos como los de ayer. El grupo socialista en el Congreso pacta con el PNV y Ciudadanos la prórroga del estado de alarma y esconde hasta última hora un acuerdo de un cariz muy distinto con Unidas Podemos y EH-Bildu para la derogación íntegra de la reforma laboral.
Sánchez hace una cosa con la mano derecha, y otra muy distinta con la izquierda. Los españoles no nos merecemos este trato con todo lo que hemos vivido y lo que nos queda por superar. Encima se produce una tensión inaudita y una perversión de estos hechos evidentes al rectificar en seguida la derogación los socialistas por boca de Nadia Calviño hasta que hoy asistimos sorprendidos a la rectificación de la rectificación protagonizada por el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, quien da por bueno el acuerdo pactado con Bildu. Estamos antes un escenario de debilidad que solo genera confusión. No se puede ejercer el poder como un mercado persa. Un presidente de un Consejo de Ministros no debe vivir al día, sin más proyecto. La patronal ha calificado la derogación como una irresponsabilidad mayúscula que dinamita el diálogo social y que impactará de forma profundamente negativa en el empleo. Necesitamos seriedad y solvencia. El acuerdo con los populistas no ayuda, solo complica un futuro que está sobre el borde de un acantilado. Unidas Podemos está logrando que el PSOE abandone la socialdemocracia que ejerció durante años en este país y lo está llevando a pisar posiciones minadas mucho más extremistas. La política no es esto.