«No puedo respirar!», advertía George Floyd al agente Derek Chauvin antes de fallecer ahogado en el suelo del vecindario de Powderhorn, en Mineápolis. Fueron más de ocho minutos los que aguantó Floyd bajo la rodilla del policía antes de caer inconsciente. El motivo: era sospechoso de pagar en una tienda con un billete falso de 20 dólares. Hoy Estados Unidos se llena de manifestantes repitiendo una y otra vez esas últimas palabras de Floyd, sacando a la luz la vergüenza de uno de los países con mayor diversidad cultural del mundo, pero que se ha cimentado desde el principio sobre la desigualdad.
Es incuestionable que el racismo estadounidense está arraigado en el país de una manera institucional. La probabilidad de que puedas morir a manos de un policía se triplica si eres afroamericano, y en la mayoría de los casos los agentes denunciados por este tipo de homicidios no sufren ningún tipo de consecuencia. ¿Se trata aún del mismo concepto supremacista y colonizador que se expresaba durante la época de esclavitud?
Lo cierto es que los mecanismos del racismo se han ido refinando con el tiempo, pasando de lo que los autores llaman «racismo simbólico» al denominado «racismo moderno», donde las actitudes racistas ya no se expresan en los clásicos términos de inferioridad y en sentimientos segregacionistas, sino en términos de símbolos ideológicos abstractos y de comportamientos simbólicos donde prima el sentimiento de que las minorías están violando valores apreciados, o que están demandando cambios en el estatus de su grupo que no están justificados.
Lo que se observa en la sociedad estadounidense es un sentimiento de que los negros piden demasiado, que no están siguiendo las reglas aplicadas por otras generaciones a las minorías necesitadas. En otras palabras, los blancos no ven amenazada su riqueza personal, sino los valores de una nación que ven como suya.
Frente a esa cruel realidad, ¿cómo puede desarrollarse psicológicamente un niño en semejantes dinámicas sociales frente a esta discriminación racial endémica? ¿Qué concepto pueden construir de sí mismos? Diversas investigaciones demuestran que los niños en los Estados Unidos ya son conscientes a una edad muy temprana de las diferencias físicas y culturales entre la gente y, consecuentemente, interiorizan las actitudes sociales predominantes en base a esas diferencias. No solamente existe una conciencia racial a muy temprana edad, sino unos valores relacionados a su categoría racial fuertemente arraigados.
La pandemia del coronavirus ha puesto de manifiesto, una vez más, la desigualdad racial en Estados Unidos. La comunidad negra, con sus empleos mal pagados, y a falta de un seguro médico, es la que más ha perecido durante esta crisis. Los estadounidenses de raza negra representan el 13,4 % de la población estadounidense, según la oficina del censo. Los datos ofrecidos por epidemiólogos, por su parte, afirman que los condados con mayor proporción de población negra representaron más de la mitad de todos los casos de covid-19 y casi el 60 % de las muertes a mediados del mes de abril. El resultado es una comunidad negra que combate el agravio percibido con violencia.
¿Se podría evitar el número de muertes de afroamericanos por covid-19 en Estados Unidos? ¿Se podría haber evitado la muerte de George Floyd? La respuesta es sí, pero para ello debe existir primero un cambio de pensamiento en esta sociedad que, al igual que las víctimas del coronavirus, o como el propio George Floyd, ya no puede respirar.