No es la primera vez que escribo sobre el acierto de Ana Pontón y su transformado BNG, sobre el color del liderazgo, el relato reconstruido, o la estratégica coherencia ideológica frente a tanto instrumentalismo político; y no por ello dejo de sorprenderme del resultado de los nacionalistas gallegos y de lo que esto supone para la política gallega. Ana Pontón ha llevado al nacionalismo gallego a los mejores resultados de Beiras al mismo tiempo que cambiaba pañales y sin necesidad de estridencia alguna. Ha sido capaz de recuperar 20 años de descenso electoral consecutivo, y lo mejor, lo ha hecho con contenidos perfectamente homologables a aquel nacionalismo pero con formas absolutamente diferentes.
Frente a lo que muchos creen, los mayores crecimientos del BNG se han dado con el PSOE en el Gobierno de Madrid y esto, porque cuando el PSdeG apoya al Gobierno de Madrid, el BNG se convierte en el partido de izquierdas que defiende los intereses de Galicia. Siempre ha funcionado así y esta vez no ha sido diferente.
El PSOE ha sufrido por la izquierda y por la derecha, su apuesta clásica de izquierdas ha dejado libre el centro para Feijoo y no ha resultado atractiva para competir en la izquierda con una líder que, como ya he dicho en otras ocasiones, «ha hecho sentir de nuevo al votante nacionalista». Esta era una campaña de emociones, donde el anclaje emocional poscovid era mucho más importante que las políticas públicas que se defendían. Y en ese terreno, la candidata nacionalista lleva mucha ventaja al candidato socialista. Pero además, la competición de Ana Pontón y Gonzalo Caballero se jugaba en campos diferentes: Ana competía con Antón Gómez-Reino y Caballero con Feijoo.
El problema de Ana sigue siendo el mismo que en el 2001, a saber, si es posible arrebatar la mayoría al PP con el BNG por delante del PSOE. Porque siempre que el BNG ha podido superar al PSdeG los votantes de centro se han alineado con el PP; y solo cuando Touriño estuvo en condiciones de vencer al BNG los votantes de centro acudieron al PSdeG y abandonaron a los populares.
Cierto que aquel BNG se construía exclusivamente desde la confrontación y desde la comprensión unívoca de Galiza; y desde esas posiciones vio marchar a muchos de sus militantes y simpatizantes en búsqueda de otro tipo de políticas y de formas. Ahora han vuelto, con la aspiración de hacer a una mujer presidenta de Galicia, y ese es ahora el reto de Ana Pontón.