La particular cruzada de Donald Trump contra el voto por correo es el enésimo capítulo de su esperpéntica campaña electoral. Consciente de que sus opciones para ser reelegido menguan a pasos agigantados debido a su inconsistente presidencia, su nefasta por no decir nula gestión de la crisis del covid?19 -que, hasta este momento ha contagiado a más de 5.370.000 norteamericanos y se ha cobrado la vida de 169.000-, su manifiesto nepotismo, pero, sobre todo, el entusiasmo que la candidata a vicepresidenta por los demócratas, Kemala Harris, ha instilado no solo en sus votantes sino en republicanos como Colin Powell, ha volcado sus esfuerzos en denostar una de las prácticas democráticas más antiguas de su país: el voto por correo.
El Servicio Postal de EE.UU. inició su andadura en 1775 y, pese a los vaivenes históricos y a la actual competencia de los servicios privados de mensajería, ofrece un servicio crucial para sus ciudadanos. En las elecciones del 2016 gestionó el 25 % de los votos de todo el país, y para los comicios de este año, como consecuencia del temor al contagio en los colegios electorales, se estima que esta cifra alcanzará los 80 millones de votos. Ante la envergadura de la tarea y lo limitado de los medios disponibles, la gerencia de este organismo ha alertado de su imposibilidad para llevarla a cabo si no se le inyectan los fondos suficientes, algo a lo que Trump se niega alegando que el voto por correo no garantiza la limpieza del proceso. Y eso que nombró, el 15 de junio, a uno de sus principales sponsors, Louis De-Joy, como administrador general de esta institución. Un empresario que, curiosamente, posee millones de acciones de la empresa de mensajería UPS y del transportista J.B. Hunt, lo que vulnera la imparcialidad de una institución pública como es el sector postal y pone en tela de juicio la libre competencia en el mercado.
Según algunas encuestas el 58 % de los votantes demócratas prefieren el voto por correo frente a solo el 20 % de los republicanos. Esto le perjudica porque, ante la previsible no concurrencia física a los colegios electorales, el voto demócrata sería mayor. Lo que para Trump es «fraude» electoral.