Son tres mujeres muy distintas que tienen en común formar parte de la información política de su país en las últimas semanas. Una fue la primera dama de Estados Unidos durante dos mandatos, la otra es la actual inquilina de la Casa Blanca y la tercera es la aspirante a vicepresidenta, aunque muchos ya vaticinan que, dada la edad del candidato a presidente por el Partido Demócrata, Joe Biden, puede llegar a ser la primera presidenta del país en unos cuatro años. La primera es afroamericana, la segunda de origen europeo y la tercera es una mezcla entre india y jamaicana, pero las tres responden a la imagen del sueño americano: mujeres de origen humilde, descendientes de emigrantes, que se han labrado un camino a base de esfuerzo y tesón. La primera y la tercera representan al Partido Demócrata y la del medio, al Republicano, y las tres han entrado en la campaña electoral para la presidencia del país.
Michelle Obama, criada en un entorno tradicional, se formó en Princeton y Harvard hasta convertirse en una reputada abogada. Melania Trump, nacida en Eslovenia cuando todavía era parte de Yugoslavia, comenzó en el mundo de la moda cuando tenía 16 años y a los 27 emigró a EE.UU. Kamala Harris, hija de una especialista en cáncer de mama india y un jamaicano profesor de economía en Stanford, se graduó como abogada y en el 2004 fue elegida fiscala del distrito de San Francisco; en el 2010, fiscala general de California; y en el 2016, senadora.
Melania no puede ser más distinta de Michelle y Kamala, tanto intelectual como vitalmente. En un discurso hierático, aunque exquisitamente redactado, Melania intentó convencer a la opinión pública de las bondades de su marido. Pero sus palabras, que pretendían ser empáticas, carecieron de calidez y convencimiento. Por el contrario, Michelle caló hondo con un discurso sentido, fluido, pero directo, mientras que Kamala trató los temas candentes con gran tacto, pero firmeza, en su afán por captar los votos dudosos de los republicanos. Las mujeres demócratas ganan por goleada en oratoria y mensaje, pero el pueblo es soberano y aún puede haber muchas sorpresas.