Les confieso que esperaba un verano diferente. No sé por qué, pero tenía la esperanza de que después de los meses de confinamiento valoraríamos otras cosas, que nuestros intereses cambiarían. Ojo, no digo que nos olvidáramos de disfrutar, nos lo merecíamos, pero pensaba que este año los protagonistas del verano serían otros, que la llamada «nueva normalidad» tendría algo de nuevo; sin embargo, no ha sido así. Los grandes protagonistas del verano han sido el vicepresidente Iglesias y su señora. Tras un extraño episodio en Asturias, que ya les convirtió en los reyes de la prensa, la noticia más comentada ha sido el posado de la ministra Montero y la posterior polémica sobre su reloj. No es que pensara que lo relevante sería su actividad política, pero protagonizar el verano de esta manera me parece casposo. Y qué me dicen de la historia de otro de los protagonistas del verano: un torero. Al parecer el conocido diestro se ha enamorado de una chica de una conocida familia de Almería y ha dejado a su mujer.
Podría seguir con otros protagonistas relevantes: Miguel Bosé se convirtió en epidemiólogo, Pedro Sánchez está moreno, Julio Iglesias anda con dificultad, Messi abandona el Barca y una colaboradora de Tele 5 ha sido despedida, pero, en conjunto, tengo la sensación de que el verano ha transcurrido por los mismos cauces de insoportable banalidad que cualquier otro año. Tenía la idea de que los protagonistas del verano serían los sanitarios que han seguido trabajando después de la que ha caído, los miembros de las brigadas contraincendios, los investigadores de la vacuna o la UME que siempre ha estado ahí, pero vana ilusión. Si en el buscador de su dispositivo ponen Enrique Ponce encontrarán 49 millones de entradas, si prueban con «Miguel Bosé coronavirus» verán 25 millones. Prueben con «Luis Enjuanes vacuna» y verán.
Cuando en junio salimos del confinamiento y comenzó el verano la propaganda decía «Salimos mejores y más fuertes». Para empezar aún no hemos salido, no veo yo que seamos mejores y, desde luego, más fuertes no sé pero estamos más gordos. Si la «nueva» nueva normalidad es que los políticos vuelvan a la prensa del corazón, que los cuernos vuelvan a los toros y que los cantantes den el cante, a mí no me interesa.
Prefiero la antigua normalidad en que al menos el verano lo protagonizaba Georgie Dann.