Al leer una noticia sobre el abandono de un bebé por parte de su madre, la respuesta común es de rechazo, juicio y catalogación de esa mujer como «mala madre». Pero debemos considerar en primer lugar que desconocemos todo acerca de los hechos ocurridos, datos que nos hablen de la situación personal, familiar, económica o social de sus protagonistas. Así, la cautela debe ser la premisa que debe regir cualquier comentario, discurso o pensamiento que rodee tal hecho.
La maternidad es un proceso complejo, influido por factores de índole cognitiva, biológica, social, emocional y familiar. Desde la psicología del ámbito perinatal, que se centra en la salud mental en las etapas de la concepción, el embarazo, el parto y la crianza, sabemos que la mujer se enfrenta a una serie de cambios, adaptaciones y necesidades que pueden resultar desestabilizadoras dependiendo de las circunstancias en las que esté inmersa.
Tales noticias suelen remover a la sociedad en general, y puede que en un primer momento se piense que estos hechos solo pueden derivarse de algún tipo de patología mental grave o de una carencia de afecto por ese recién nacido. Pero no siempre estos abandonos ocurren como consecuencia de un cuadro psicótico, depresión posparto u otra patología mental grave; cuadros que, por otro lado, pueden ser detectados con una atención multidisciplinar temprana, en un seguimiento adecuado de la mujer durante la gestación que debería incluir también la perspectiva psicológica; aunque no siempre ocurre que estas mujeres realicen controles de embarazo dentro del sistema de salud.
Son múltiples las variables, además de las relacionadas con la salud mental perinatal, que llevan a una mujer a tomar la dura decisión de abandonar a su bebé. Consideremos que para abandonar a su hijo una madre tiene que sentirse en un callejón sin salida, desesperada, donde la única salida que ve posible es deshacerse de ese niño. Aspectos como problemas económicos y sociales importantes, falta de apoyo familiar y/o social, carencia de recursos personales, consumos de sustancias, violencia familiar, historial de abusos, entre otros, pueden ser factores que determinen e impulsen a las madres a tomar tales decisiones. Por ello urge contar con una red de recursos adecuados para atender a estas mujeres durante la gestación de forma integral y multidisciplinar, detectando los posibles factores de riesgo presentes, y ofertando los recursos necesarios para hacer frente a la situación.