
Con este titulo editó el hispanista británico Gerald Brenan su obra capital en la editorial universitaria de Cambridge en 1943. La dura censura franquista prohibió la edición española, que vería la luz en los primeros años de la Transición. Yo leí El laberinto español en el libro que editó en París Ruedo Ibérico y que clandestinamente circuló de mano en mano en España cuando declinaba el régimen de Franco.
Y si cualquier parecido con la realidad actual es únicamente una perversa coincidencia, lejana y distante del análisis mas reciente, la mera coincidencia formal sería la crónica de uno o muchos disparates para analizar con aquellas pautas el actual laberinto español.
En ocasiones me planteo cómo podría explicarle a un amigo alemán la neurastenia endiablada de la errática política española. Y la sitúo en estos dolorosos tiempos de pandemia, en los que prevalece la lucha política, los planteamientos ideológicos sobre una realidad sanitaria, la enfermedad vírica, que corre desbocada y que urge ralentizar cuando desgraciadamente suma más de cuarenta mil muertos en los últimos seis meses.
Tendría que tratar de explicarle a mi amigo alemán el comportamiento de un Gobierno de la nación que exhibe obscenamente su bicefalia, poniendo el acento sobre la mayoría minoritaria socialista, con planteamientos contradictorios netamente comunistas. Contarle cómo desde el poder gubernamental se trata de llevar opacidad a la monarquía constitucional, evitando su presencia en actos ya programados como el más reciente de la presidencia en la entrega de despachos a nuevos jueces que se celebró en Barcelona, alegando «razones de seguridad».
Explicarle sin rodeos a mi amigo que este gobierno cambia cromos con el gobierno de la Generalidad catalana por descarados apoyos en los próximos presupuestos generales y decide acelerar los indultos para los políticos rebeldes condenados. Un claro y vergonzoso do ut des (doy para que des), previamente negado públicamente por el presidente Sánchez en reiteradas ocasiones.
Tendría que contarle que en este laberinto español, dentro de este laberinto, están los casos de la fiscalía que preside la ex ministra Delgado y su exagera sumisión al poder ejecutivo que pone en cuestión la independencia judicial.
Dejaría para otra ocasión hablarle del avance secesionista, en gran parte consentido por el actual Gobierno, de la cuestión catalana y sus conquistas independentistas, y no podría interpretar el romance de Bildu, heredero político de ETA, con el Partido Socialista.
Pendiente me quedaría hacer pedagogía acerca de la estrafalaria y ruinosa política económica, antes de perdernos para siempre en este particular laberinto español de difícil, por no escribir imposible, explicación racional. Mi amigo alemán, calvinista y cartesiano, no entendería nada.