Las medidas de confinamiento y los rebrotes del covid-19 han hecho mella en la economía española. Una caída estimada de la economía del entorno al 13 % para este año, superando todos los registros de la serie histórica. La causa se puede encontrar en el fuerte retroceso de la demanda agregada: caídas espectaculares en el consumo, la inversión, las exportaciones de bienes y el turismo.
Ha sido precisamente esta reducción de la demanda agregada la que ha provocado que una parte de la capacidad productiva esté sin utilizar, un aumento del desempleo y el cierre de muchas empresas. ¿Qué se puede hacer? Para salir de esta situación crítica se deben aplicar políticas económicas expansivas, tanto fiscales como monetarias (dirigidas a utilizar más eficazmente los recursos productivos).
En el terreno fiscal expandir la demanda pasa por aumentar el gasto público productivo y reducir los impuestos para emplear la mano de obra que está sin trabajo y los recursos de capital que se encuentran ociosos. El objetivo es intentar que la actual recesión sea lo más corta posible y volver, cuanto antes, a una fase de expansión económica duradera y sostenida a largo plazo.
En lo que al gasto público se refiere, y teniendo en cuenta que el gasto en sanidad y educación, así como las ayudas a las pymes y los desempleados se han disparado, al Gobierno no le queda más remedio que reducir otro tipo de gasto público. Lo recomendable sería reformar las administraciones públicas para hacerlas más eficientes y reducir su coste para el contribuyente. Se trataría de combinar el aumento del gasto necesario (aprovechando los fondos europeos) con una reducción del gasto suntuario, lo que ayudaría a la recuperación económica y, a la vez, evitaría que el déficit público se dispare.
Si reducir el gasto público improductivo es recomendable, no subir los impuestos, e incluso reducirlos, resulta imprescindible. En una situación de incertidumbre y deterioro económico se deben bajar los impuestos para crear un entorno fiscal que estimule el crecimiento y la creación de empleo.
En un escenario en el que la recaudación fiscal está cayendo se hace más necesario aún contener el gasto público. Desgraciadamente, no hay señales de que el Gobierno vaya a racionalizar el gasto de las administraciones públicas. Por ello, y para que el déficit público no se dispare, es posible que el Gobierno se plantee subir los impuestos.
Ahora bien, ¿es el momento adecuado para subir los impuestos? La respuesta es claramente no. La subida de los impuestos afectaría al consumo y a la inversión, pues reduce la capacidad de compra de los ciudadanos y las posibilidades de financiación de las empresas, lo que perjudicaría cualquier posible recuperación. Además, en estos duros momentos, en los que la actividad económica española ha sufrido una fuerte caída, no parece que una subida de impuestos vaya a aumentar la recaudación, al menos en el corto plazo.
En definitiva, el Gobierno debería contemplar unos presupuestos para el 2021 con rebajas impositivas que estimulen la demanda y compensar las subidas de los gastos, ahora imprescindibles, con una reducción del gasto innecesario. Un camino que debería seguir también el conjunto de las administraciones públicas.